Dinero vs poder

Ser rico es tentador. Es fácil sobre dimensionar el alcance de lo que la riqueza puede lograr. El dinero compra. Pero hay cosas que no están en el mercado.

Una de ellas es el poder político.

En la historia, cuando los líderes políticos se han enfrentado a los grandes oligarcas, normalmente éstos pierden.

Al iniciar su prolongado periodo de poder a inicios de siglo, Vladimir Putin permitió que un grupo de oligarcas siguieran amasando enormes cantidades de dinero. El proceso había comenzado con su antecesor, Boris Yeltsin. Un día, Putin convocó a los ultra ricos de Rusia a una reunión.

Primer mensaje: cuando el poder llama, la cartera acude. Segundo mensaje: el lugar. Putin no los convocó al Kremlin ni a su casa. El cónclave se celebró en la antigua dacha de Stalin. Nada que agregar. Tercer mensaje, directo, breve y claro: sus fortunas serían respetadas y sus abusos tolerados, pero nunca, bajo ninguna circunstancia, debían involucrarse en política. Si lo hacían, las consecuencias serían terribles.

Todos entendieron, salvo uno: Mijail Jodorkovski. Era el hombre más rico del país. Llegó a ser el número 16 de la lista de Forbes.  Dueño de Yukos, la principal empresa petrolera del país. Excediendo los límites de su poder, comenzó a financiar partidos de oposición. Lanzó una agenda reformista para limitar el poder del Kremlin. Poco después, sus activos fueron congelados, él procesado bajo cargos de defraudación fiscal, malversación de fondos, y luego la denuncia ampliada. Le dieron 14 años de cárcel.

Franklin Roosevelt llegó con una legitimidad inmensa. Lanzó el New Deal y estaba convencido que había que poner límites a Wall Street. Se enfrentó a los grandes capitales, y los dobló. No traía millones de dólares en el bolsillo, sino algo más poderoso: millones de votos.

Igual Lázaro Cárdenas, que arbitraba un conflicto laboral entre trabajadores y dueños de las grandes petroleras del mundo. Llegaron a un acuerdo. Un empresario, William Frankley Buckley, insolente, le preguntó a Cárdenas quién garantizaba el cumplimiento del acuerdo. El ejecutivo respondió: "El presidente de México". La arrogancia del dinero le cuestionó:

—¿El presidente de México y quién más?

Cárdenas se levantó y se fue. De ahí le pidió a Francisco J. Mújica que preparara el decreto de expropiación de toda la industria petrolera.

Elon Musk no entendió que su influencia tenía un límite porque él no cree en las fronteras.

Las hay.

Es el hombre más rico del mundo.

Pero desafió al hombre más poderoso del planeta.

Y perderá.

Sus lados flacos son muchos. Adicciones. Dependencia de contratos públicos. Maniobras en bolsa propicias de ser investigadas. Declaraciones fiscales por revisar. Status migratorio.

Trump ganó su elección con mayoría del voto popular. Controla el Congreso, por poco, pero basta. Tiene mayoría conservadora en la Suprema Corte de Justicia. Tiene bajo sus órdenes al ejército más poderoso del mundo. Al FBI y al IRS. A las agencias reguladoras del medio ambiente. A la Comisión de Bolsa y de Valores.

Musk está desafiando a un poder que lo excede.

Su mundo es otro. Verá que el mundo del poder es vengativo, duro, implacable.

Entenderá que hay cosas que no están a la venta.

Comprenderá que los amigos son falsos y los enemigos verdaderos.

Y que hay personas a las que nunca, bajo ninguna circunstancia, quieres tener de enemigo.

@fvazquezrig