Hay quienes dicen que en la guerra y en el amor todo se vale, lo cual me parece un punto de vista totalmente equivocado, porque hasta en la guerra, que es la más cruel de las acciones humanas, hay determinadas reglas que en mayor o menor medida todas las naciones en conflicto deben cumplir.
En una guerra, al menos en teoría, no se puede matar a quienes ya se han rendido, ni tampoco utilizar armas químicas o gases que aniquilan no solo a los contendientes del bando opuesto, sino incluso a la población civil indefensa.
El mismo criterio podemos extrapolarlo y aplicarlo a la política. Una contienda política debe ser, al menos en teoría, una lucha civilizada por alcanzar un cargo público mediante el voto mayoritario de ciudadanos informados, responsables y conscientes; quienes a través del sufragio definen el futuro de un municipio, de un estado o de un país.
Por eso debe de ganar dicha contienda quien tenga mayor capacidad y liderazgo para llevar a cabo todas las acciones que se requieran para mejorar el sistema educativo, el de salud, los servicios públicos, la seguridad y también la infraestructura. Para que quien tenga el poder, lo use para unir y no para dividir. Tampoco para que polarice y fracture.
Deba ganar quien tenga la mayor visión para generar confianza, certeza jurídica y mediante esas herramientas pueda atraer inversiones y generar empleos. Quien sepa rodearse de colaboradores verdaderamente capaces, eficaces y honrados que le ayuden en la difícil tarea de gobernar un país de casi 130 millones de mexicanos, donde hay carencias de todo tipo, una inseguridad creciente, una desigualdad muy grande y lo más grave de todo: Una falta de esperanza en el porvenir.
Debe de ganar las elecciones quien vea a quienes piensan distinto no como a los adversarios a quienes que hay que atacar, desprestigiar, difamar y aniquilar; sino a las personas con las cuales hay que dialogar, conciliar y llegar a acuerdos que beneficien a México. La salvación de nuestro país está en manos de todos los mexicanos, no de un solo grupo o partido político.
Por esas mismas razones debemos escuchar las propuestas de los contendientes, analizar cuáles son factibles de llevar a cabo y cuáles son simples ocurrencias que de aplicarse generarán mayor divisionismo y atraso. Habrá que ver quiénes ya han dado buenos resultados en cargos anteriores y quiénes presumen logros que jamás han alcanzado debido a sus propias limitaciones y compromisos políticos e intereses económicos.
Tenemos que aprender a distinguir muy bien a quienes tienen las manos limpias de quiénes las tienen manchadas por la corrupción.
Quienes convencen y no necesitan de acarreados para llenar los sitios donde se presentan y quienes por el contrario, para llenar esos espacios deben acarrear gente, obligándola a asistir mediante la dádiva, la presión o la amenaza; diciéndole que quien no asista al evento citado perderá su empleo o su apoyo mensual.
Pedimos a todos los que nos leen que analicen muy bien las cosas, para que el año próximo votemos por quien más nos convenza, por quien más nos una para salir adelante y por quien mayor capacidad demuestre tener, con datos duros e irrefutables, para vencer el enorme reto que habrá de asumir si gana y de lograrlo, pueda hacer un excelente papel para sacar adelante al país con la participación decidida y el empuje generoso de todos los mexicanos.
Ya basta de conflictos estériles que sólo nos desunen y no nos llevarán a nada.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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