De continuar recalentándose los ánimos entre los gobernantes opositores, se corre el riesgo de que la temperatura política de Veracruz alcance niveles críticos que pudieran violentar la jornada electoral de junio próximo.
Y es que el más reciente encontronazo verbal entre el gobernador Cuitláhuac García y el virulento alcalde panista del puerto de Veracruz, Fernando Yunes Márquez, no abona nada al ambiente democrático, de tolerancia y respeto a la pluralidad que debería fortalecerse en el estado, ya que en los últimos cinco meses se ha visto sacudido por la violencia política, primero con la ejecución de la alcaldesa perredista de Jamapa, Florisel Ríos Delfín, en noviembre de 2020, y ahora, a mediados de febrero pasado, con el asesinato de la exdiputada y exalcaldesa priista de Cosoleacaque, Gladys Merlín, y de su hija Carla Enríquez, quien presuntamente sería candidata de Morena.
Lo peor que podría pasarle a Veracruz es que su reloj político tuviera una regresión de cuatro décadas, cuando políticos hasta del mismo partido del gobernante en turno tuvieron que salir huyendo del estado por diferencias políticas con el hombre del poder.
Uno de esos casos, por ejemplo, fue paradójicamente el de Miguel Ángel Yunes Linares, padre del actual munícipe porteño que este miércoles respondió con insultos al mandatario estatal de Morena luego de que éste incurrió en un desliz verbal al declarar que la suegra de Fernando Yunes se había saltado la fila para recibir la vacuna anti-Covid, lo que la señora y su yerno desmintieron después.
Sólo que Yunes Márquez se fue de la lengua por su incontrolable visceralidad. Los epítetos que lanzó en contra de García Jiménez eran innecesarios. Su progenitor le puede decir lo que a él le habría ocurrido en 1981 si hubiera ofendido así al entonces gobernador Agustín Acosta Lagunes. Fernandito apenas tenía un año de edad cuando su padre, siendo diputado del PRI, tuvo que huir de Xalapa luego de la encendida defensa que hizo en el Congreso local de su compadre José Luis Lobato Campos, exdirector del Instituto de Pensiones del Estado, que arbitrariamente había sido detenido en su domicilio particular por la Policía Judicial.
El primo político de Acosta Lagunes, Felipe “El Indio” Lagunes Castillo, lo pagó con su vida. Luego de una fuerte discusión en 1984 con el gobernador en el Hotel Diligencias, del puerto de Veracruz, el capo de la “Sonora Matancera” fue secuestrado en su propio lecho conyugal por un comando armado. Su cadáver apareció posteriormente en un cañaveral de Lerdo de Tejada con impresionantes huellas de tortura.
Afortunadamente Cuitláhuac García no es temperamental ni vengativo como el fallecido economista de Paso de Ovejas. Aunque habrá que ver si no reacciona como el exgobernador Miguel Alemán con el entonces alcalde perredista de Xalapa, Rafael Hernández Villalpando, el cual fue desaforado en septiembre del 2000 por bigamia luego de que ordenó arrojar toneladas de basura frente al Palacio de Gobierno en reproche porque le habían clausurado el tiradero a cielo abierto de El Atorón.
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