No saben en lo que se metieron los del cartel de Santa Rosa de Lima al intentar volar la refinería de Salamanca, en protesta por la detención de la madre y hermana de su líder José Antonio Pérez, mejor conocido como ‘El Marro’, al asegurar, envalentonado, que se convertiría en una piedra en el zapato del gobierno federal. Muy pronto se va a encontrar que no se trata de un zapato sino de una bota militar que lo va a aplastar.
Los que también perdieron el piso son los del poderoso Cártel de Jalisco Nueva Generación al declarar una guerra abierta en contra de las fuerzas armadas y amenazar con desaparecer a los secretarios de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, Santiago Niego de Investigación Financiera, Arturo Durazo de Seguridad y el jefe de la policía capitalina Omar García Harfuch, este último, es nieto del exsecretario de la defensa Marcelino García Barragán e hijo del general Javier García Paniagua.
Se cuentan con llamadas grabadas donde dan a conocer estas operaciones para liquidar a los funcionarios más importantes del gabinete de López Obrador y de la jefa de gobierno Claudia Sheimbaun.
Están inspirados estos narcotraficantes en hacer un escándalo mundial equiparable a los ataques a las torres gemelas de Nueva York, donde se convierten sus elementos en kamikases suicidas que les aseguran que se convertirán en héroes y que ayudarán a sus familias por toda la vida.
Un total rompimiento con el gobierno para enfrentarse con el poderío bélico de la fuerza área nacional, las secretarías de la Defensa y Marina con divisiones armadas cercanas a un millón de soldados, marinos y de la Guardia Nacional.
Cuando se decida el gobierno federal y las policías estatales y municipales de los 32 estados, todo un gigante perfectamente pertrechado y entrenado, es una guerra más que perdida. Acciones bélicas que los desaparecerían para siempre, lastimosamente habría más muertos que los que causara el coronavirus.
Todo esto es una muestra palpable de que el crimen organizado ensoberbecido está empoderado y se siente como el absoluto dueño de vidas y tierras en este México, donde se ha perdido la capacidad de asombro por tantas tragedias que ha provocado esta violencia.
El ataque realizado en la Ciudad de México fue su mensaje de poder y terror de los que se puede venir en los próximos días.
Los jefes de los cárteles muestran que no tienen miedo a nada y quieren mostrar su poder.
En esta lucha crucial, dejaría de existir el crimen organizado en México y volvería finalmente la paz y tranquilidad al país. Ni idea tienen estos capos de lo que quieren hacer ante un gobierno y un pueblo de 120 millones de habitantes hartos de vivir décadas de zozobra y sin ninguna seguridad para sus trabajos y sus vidas.
No encontrarían el menor apoyo de la ciudadanía fuera de los resentidos políticos panistas y de empresarios amargados que se vieron afectados en sus habituales tranzas. No se descarta que políticos de la extrema derecha patrocinen con dinero y estrategias a estos grupos de mafiosos que envenenan a generaciones de jóvenes mexicanos.
Lo más importante para los mexicanos es que se va a librar una batalla decisiva donde al fin se recuperará la libertad añorada por varias décadas de gobiernos cómplices de la delincuencia.
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