Si los señalamientos del funcionario federal, Manuel Huerta Ladrón de Guevara son ciertos, sería una bajeza y hasta un atentado ciudadano, el comportamiento del presidente municipal de San Andrés Tuxtla, Octavio Pérez Garay, con relación al bloqueo del la Jornada de Vacunación contra el Covid-19 en su municipio.
Y aunque con menos argumentos y claridad el munícipe alcanzó a decir que quien realiza política durante el periodo de la inmunización en su región es el propio delegado federal al entregar tarjetas de presentación, por lo que también habría que revisar hasta dónde incurre en alguna anomalía o sale del marco reglamentario durante estas acciones del Gobierno Federal en coordinación con las otras instancias para llevar la dosis a la población.
El hecho, es que Pérez Garay parece quedar más mal parado en este escándalo de la semana pasada cuando el titular de los Programas Sociales acusó al alcalde independiente de “anteponer sus intereses políticos a los de la población adulta mayor de su municipio, ya que no colaboró para que la jornada nacional de vacunación contra el Covid-19 se desarrollara de manera digna”.
Y es que eso de independiente sin duda que le ha caído como una etiqueta muy cómoda al ya no tan joven edil, puesto que recientemente cuando se anunció la creación de la vacuna tuvo la brillante idea de apuntarse para comprarla incluso anunció que tenía 10 millones de pesos presupuestados para ello. Actuando como un Ministerio de Salud de algún país europeo.
Incluso habló en el mes de enero de estar gestionando el permiso en la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para lograr adquirir cien mil dosis de vacunas. “Es un procedimiento largo, hicimos contacto con quien pudiera ser el posible proveedor. Esperamos que podamos avanzar más rápido, apoyar con recursos y dosis de vacunas para que se atienda más rápido a la población más vulnerable”.
Días después el gobernador Cuitláhuac García hizo alusión a los alcaldes, entre ellos el de San Andrés Tuxtla, a no engañar a la población sobre la compra de vacunas pues esto no iba a ocurrir, al menos en corto plazo como lo estaban ofreciendo, sobre todo, que existe un Plan de vacunación del Gobierno Federal al respecto.
Este fin de semana, parece que Pérez Garay sacó la frustración de no poder utilizar las balas electorales que significarían las dosis de Astra-Zeneca entre su población –palabras del politólogo Manolo Victorio- pues cada vacuna en un ciudadano lleva la posible y misma dosis de agradecimiento en las urnas electorales.
Y el alcalde se lanzó contra el delegado de Programas Sociales al señalar que no fue informado a tiempo, que se enteró por redes sociales, y que aún así “en tiempo récord lograron llevar, sillas, carpas y agua a los centros de vacunación, muy a pesar de la falta de cortesía y educación”.
En su respuesta Pérez Garay señalaría que quien fue a hacer política fue el propio Manuel Huerta porque se la pasó regalando tarjetas de presentación en los centros de vacunación.
Pero los torpedos contra el munícipe ya habían impactado en la figura pública de éste y en su capital electoral, tanto que Huerta fue directo al inculparlo y hasta con sentencia: “no quiso colaborar con la suficiencia, alegando cuestiones baladíes, como dicen los abogados. La verdad que la voluntad de apoyar no era apoyar al Gobierno, es apoyar al pueblo a que tenga condiciones dignas, eso estamos consiguiendo pero la causa es tan noble que muchos particulares están ayudando, autoridades de otros municipios están ayudando y lamentable (que Octavio Pérez no) pero ya el pueblo juzgará”.
Y por si fuera poco comparó el respaldo recibido por otros ediles pues dijo que los ayudaron más los munícipes cercanos y de otras corrientes políticas, como los de Alvarado y Lerdo de Tejada, que el de San Andrés Tuxtla.
El problema es que Pérez Garay no tiene identidad política ni colores que los respalden y aunque no es secreta su afinidad al partido Acción Nacional, sin duda que ha pretendido gobernar como una especie de virrey en su municipio, ignorando que por obligación política debe coordinarse y respetar las instancias estatal y federal.
Si logra mantener su hegemonía en el municipio será un logro importante para su clan político que lo dejará fortalecido y con conocimiento por el pueblo que le dio la confianza, no obstante, deberá enfrentar la minuciosa revisión de los recursos ejercidos por parte de los entes fiscalizadores que no tendrán piedad con su administración y tendrá que emplear toda su habilidad política si acaso tiene oportunidad alguna de una reconciliación con la Cuarta Transformación, pero la soberbia que lo domina seguramente no se lo permitirá.
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