Las recientes imágenes que muestran unidades del transporte público urbano en Coatzacoalcos llaman a la reflexión una vez más sobre el desastroso servicio que brindan concesionarios en el estado de Veracruz.
Existen 21 mil 399 camiones de pasajeros circulando por las calles de la entidad, según datos del INEGI.
Veracruz, Xalapa y Coatzacoalcos encabezaban la lista con la mayor cantidad de unidades registradas.
El municipio de Veracruz lidera con 2 mil 594 camiones, seguido por Xalapa con mil 631 y Coatzacoalcos con mil 181 unidades.
A simple vista, parece que el transporte público en estas ciudades está a la altura de la demanda, pero la realidad es otra. El exceso de unidades en las mismas rutas no solo crea embotellamientos constantes, sino que también aumenta la contaminación y la frustración de los usuarios.
La proliferación de camiones no es sinónimo de eficiencia. De hecho, en ciudades como Veracruz, Xalapa y Coatzacoalcos, es parte del problema.
Mientras tanto, otras localidades como Tuxpan o Acayucan, con menos de 400 camiones en circulación. Con base en la información del INEGI, las ciudades que menos camiones tienen son Orizaba, con 244; Papantla, con 240; Ixtaczoquitlán, también 240; Coatepec, 230; Nanchital, 227; Martínez de la Torre, 219 y Coatzintla, 193.
Las cifras del INEGI parecieran reflejar un excesivo número de unidades, sin embargo, un porcentaje de ellas ya no se encuentra en uso y forma parte de los cementerios vehiculares en muchos predios.
En Coatzacoalcos es muy común que unidades de transporte de diversas cooperativas circulen en un estado desastroso donde los asientos van amarrados con soga o sostenidos con bidones de plástico, poniendo en riesgo la integridad de los usuarios.
Todo esto, sin contar la falta de revisión mecánica que tienen y que suele notarse con la gran cantidad de humo que despiden en su transitar.
A decir de muchos propietarios de unidades del transporte público, la falta de inversión en los lotes de camiones tiene que ver con las injustas tarifas que se cobran y que no han tenido una recategorización de acuerdo al alza de los insumos o de la misma inflación.
No se puede invertir en el sector cuando las ganancias van disminuyendo cada mes con los costos de refacciones o insumos como aceites que necesitan las unidades de transporte.
A todo esto se suma la autoridad de Transporte con un trabajo omiso en la revisión o la acción de operativos que lleven a detener vehículos en malas condiciones.
Es increíble que en Coatzacoalcos se monte un operativo donde existen más de mil camiones urbanos y solo se detengan cinco de ellos, como ocurrió hace unos cuatro meses.
Transportistas que hacen su esfuerzo por brindar un servicio público aseguran que muchos de estos operativos solamente son un llamado al “pase de charola” y tratan de cumplir con ciertas formalidades para hacer ver ante la sociedad que los responsables de hacer cumplir la ley del transporte realizan su trabajo.
“En recorridos de supervisión se detectaron las unidades del servicio urbano en evidentes malas condiciones físico-mecánicas, por lo que, con fundamento en la ley 589 de tránsito y transporte para el estado de Veracruz y su reglamento, fueron retiradas de circulación y enviadas al corralón con su respectivo folio de infracción”, reseñaron los medios de comunicación durante el operativo realizado.
Coatzacoalcos y otros municipios de Veracruz deben entender que un servicio de transporte urbano de calidad es el corazón de una ciudad moderna y equitativa.
Al reducir la dependencia de vehículos privados, disminuimos el tráfico y la contaminación, lo que no solo mejora la movilidad, sino también la salud pública.
Tan solo aquí en Coatzacoalcos circulan 131 mil unidades.
Además, la accesibilidad se convierte en un derecho universal, permitiendo que todos los ciudadanos accedan a oportunidades laborales, educativas y recreativas, independientemente de su situación económica.
El impacto económico es innegable: el transporte eficiente impulsa el comercio local y atrae inversiones, creando un entorno propicio para el crecimiento empresarial. Pero más allá de lo material, la calidad de vida de los habitantes mejora, al reducirse el estrés y el tiempo perdido en desplazamientos.
La seguridad vial también se fortalece con sistemas bien diseñados, mientras que el turismo se ve favorecido por una ciudad fácil de recorrer.
En definitiva, invertir en transporte público es apostar por el desarrollo sostenible y el bienestar común, hoy tan de moda están dos palabras que poco se aplican desde las élites gubernamentales y privadas.
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