Caballo gordo no corre

A punto de caer en el hoyo, reducido en menos de una década a la tercera fuerza política y en medio de una crisis financiera, Adolfo Ramírez Arana peca de optimista o no quiere ver la realidad del PRI en Veracruz, en cualquiera de los casos, está empezando mal en la dirigencia tricolor.

El exalcalde de Paso de Ovejas no lleva ni una semana al frente del Comité Directivo Estatal del tricolor y ya afirma que su partido tiene una caballada gorda en la carrera por la renovación a la gubernatura de Veracruz.

De inmediato soltó los nombres como si los pusiera a competir: José Yunes Zorrilla, Anilú Ingram Vallines, Héctor Yunes Landa, Lonera Piñón y Juan Manuel Díez Franco, sin darse cuenta que eso puede ser contraproducente.

Se le olvida al “Fofo” Ramírez que antes de pensar en quién debe ser la abanderada o el abanderado del PRI en el 2024, es necesario que considere otros factores, aquellos que dependen del partido, pero también otros que no dependen del tricolor y están fuera de su control.

Por ejemplo, las decisiones que dependen de los partidos que integran, con el PRI, el Frente Amplio por México, ya que a pesar de que el terreno parece dado para que el tricolor encabece la alianza en Veracruz el próximo año, antes debe ceder a las condiciones o precio que ponga el PAN y el PRD e, incluso, asegurarse que dicha alianza prospere.

Por otro lado, están los factores que dependen de la autoridad electoral, como fue el acuerdo que tomó el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) esta semana, respeto a los criterios que deberán atender los partidos políticos para cumplir la equidad de género en la asignación de candidaturas.

El INE determinó que los partidos -o alianzas-, deben de salir al 2024 en la renovación de las gubernaturas, con cinco candidatas y cinco candidatos, y siendo así, quedarían descartados los aspirantes hombres que mencionó o las aspirantes mujeres.

Visto de esta manera, Adolfo Ramírez lo único que hizo fue soltar a esa caballada y dividir al priismo, más de lo que de por sí ya lo hizo su llegada, que sin ninguna duda fue una imposición, un manotazo del dirigente nacional del PRI, Alito Moreno, para mantener el control en Veracruz.

Deberá tener en cuenta el dirigente interino del tricolor -quien en su tiempo fue fiel simpatizante de Fidel Herrera y buscó mantenerse cercano al exgobernador preso Javier Duarte-, que la nominación para el 2024 ya no solo depende de un grupo político, sino que es un asunto hasta de aritmética.

Tampoco puede perder de vista que las elecciones del 2024 serán coyunturales para el PRI, ya que es el año en el que terminará de hundirse para siempre o servirá para superar la crisis y recuperar al menos una cuota del poder que algún día tuvo. Que tome en cuenta que no importa que la caballada esté gorda, sino que el caballo o la yegua, sepa llegar a la meta.

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