Uno de los puntos medulares para la estabilidad de un país es el manejo responsable, racional y mesurado de su economía.
Al igual que sucede en una familia, si ésta gasta más de lo que recibe como ingresos, en el mediano plazo tendrá serios problemas que la llevarán a la ruina y por lo tanto terminará perdiendo lo poco que tenía.
Si alguien gana 10 mil pesos mensuales y gasta 12 mil al mes, los dos mil pesos adicionales que le faltan deberá pedirlos prestados para cubrir sus gastos y tendrá que pagarlos tarde o temprano con intereses. Por lo tanto, si no mejora sus ingresos o deja de gastar un dinero que no tiene, a los diez mil que gana actualmente tendrá que descontarles los 2 mil que pidió prestados, más los intereses que cobran las tarjetas de crédito. Le quedarán solamente unos $7,900.00 para cubrir sus necesidades del mes siguiente y a su vez le alcanzará menos para vivir. Si sigue gastando 12 mil, deberá entonces pedir prestado otra vez, generándose así una enorme bola de nieve que terminará arruinando a su familia.
En una nación pasa lo mismo. Gastar más de lo que tiene como ingresos es una irresponsabilidad total y más cuando parte del dinero se malbarata en dádivas clientelares y en proyectos carísimos cuya rentabilidad no se encuentra por ningún lado.
Desde hace muchos años el sistema de pensiones en México ya era una bomba de tiempo. El número de personas que se jubilan crece exponencialmente, mientras que los que trabajan y producen tiende a disminuir, generándose así un enorme desequilibrio. Si a esto se le agrega el creciente número de quienes reciben dinero regalado por parte del Estado Mexicano sin producir nada, nuestra economía está a punto de tronar. No hay dinero que alcance para cubrir tanto dispendio.
Los recursos de los fideicomisos ya se los acabaron. El del FONDEN también. Han pedido prestados 360 mil millones de pesos. No obstante la escasez de dinero, van a ampliar los programas sociales y a invertir o malgastar 510,000 millones de pesos en ferrocarriles que nadie ha pedido. La pregunta es: ¿Con qué dinero lo harán, si no hay de dónde obtenerlo, a menos que pidan prestado otra vez o se pongan a imprimir billetes?.
¿Acaso no han visto los funcionarios el estado deplorable de nuestras carreteras, los accidentes constantes y las largas filas de vehículos provocadas por los embotellamientos?
Ayer la calificadora Moodys bajó de estable a negativa la calificación de México en materia de deuda soberana, porque desde el exterior ven nuestra precaria economía con una perspectiva muy distinta. Para las calificadoras internacionales las mañaneras del pueblo y la propaganda oficial, no tienen el mismo efecto que en México.
El dólar ya roza los $21.00 pesos, cuando hasta hace poco estaba debajo de los $17.00. La inflación va al alza por más que insistan en que está bajando. Las declaraciones que debe hacer BANXICO para tranquilizar a los mercados no están funcionando. PEMEX debe más de 400 mil millones de pesos a proveedores y no se ve para cuando se resuelva su situación porque al igual que la CFE sigue perdiendo carretadas de dinero.
Adicionalmente se le ocurre a la nueva administración crear tres nuevas secretarías que solamente provocarán más gastos. Hay que resaltar el hecho de que el dinero público no existe. La realidad es que el dinero que maneja el gobierno proviene de nosotros los contribuyentes.
Lo que bien puede resolverse disminuyendo gastos y produciendo más, no lo han entendido quienes manejan la economía nacional. Ya hablan de aumentar otra vez los salarios, duplicar los aguinaldos y trabajar solamente 40 horas a la semana. Esto bajará la producción y disparará más los costos, incrementando como consecuencia todos los precios.
También hablan de hacer una reforma fiscal para conseguir más ingresos, siendo que antes de las elecciones lo habían negado.
Si aplican a la fuerza dichas medidas por conveniencias políticas, la inflación se disparará y México entrará en una crisis sin precedentes de la cuál será después muy difícil salir. Esa película ya la vivimos varias veces en el último cuarto del siglo pasado. Seguimos sin recordarlo y a veces sin entenderlo.
Ojalá y aprendamos de nuestra propia historia, por el bien de México.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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