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Amor incondicional

2021-04-07 | 08:14 a.m.
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La cifra de animales en situación de calle en Veracruz sería mucho mayor si no existieran rescatistas, asociaciones protectoras y uno que otro ayuntamiento veracruzano que tiene las pilas puestas en el tema y conocen la problemática de evitar zoonosis además del maltrato que sufren los animales en la calle, la mejor estrategia para reducir las poblaciones de animales sin dueño es la esterilización y la adopción responsable de estas mascotas que hoy en día se implementan a través de las redes sociales, es el mejor trato ético y humanitario que como sociedad y gobierno se le debe dar a los animales sin dueño o con dueños irresponsables.

A través de los años en lo particular di en adopción previamente esterilizados, desparasitados y vacunados a varios animales rescatados de la calle tanto mestizos como de raza ya que ni los de raza se salvan de la mezquindad de algunas personas, a algunos tuve la fortuna de disfrutarlos hasta que murieron de viejitos pues la calle cobra factura en la salud de los perros y hay casos médicos que implican mucho compromiso tanto moral como económico con estos animales.

Siempre que di alguno en adopción les comentaba a los adoptantes que si el perro no se adaptaba a ellos o viceversa por favor me lo regresaran, nadie me regresó jamás alguno de estos animales.

No conozco a nadie que haya adoptado un animal callejero y se haya arrepentido, son los animales más agradecidos del mundo, la primera perrita que rescaté la adopté estando en la universidad, era un esqueleto sin pelo con los dientes a punto de desprendérsele, yo estudiaba y trabajaba por lo que llegaba a mi departamento de estudiante ya por la tarde noche a hacer tareas y abría la puerta para que se ventilara todo pues aún con ventanas abiertas era un espacio muy pequeño, eran tiempos en los que no había inseguridad, la perrita entonces salía y andaba por todo el edificio pues mis vecinos ya la conocían y siempre regresaba con algo para compartir conmigo, dejaba a mis pies una pieza de pollo, de pan, una manzana o lo que fuera que robara de los vecinos, no se lo comía esperaba a que yo le permitiera comérselo y aun cuando se lo permitía se me quedaba viendo sin acabárselo como diciéndome “¿oye tu no vas a comer?”, a partir de ahí comprendí que los perros de la calle están hechos de gratitud y de un amor incondicional incomparable razón por la cual hay personas que aman y confían más en un animal que en otra persona.

A partir de este rescate a finales de los 90’s vinieron con el tiempo muchos más con la paciencia de mis papás que me dejaron llevar a casa a varios de estos animales y la generosidad de los veterinarios que colaboraron en cientos de rehabilitaciones y cirugías para esos peludos hasta estéticas gratuitas para que los adoptantes se enamoraran más de los animales, en la ciudad donde estudiaba y en la ciudad donde vivía comenzamos a reunirnos personas que queríamos hacer algo por estos animales, luego vinieron las reuniones, con activistas de Xalapa y de Veracruz puerto, después con activistas de Ciudad de México y de casi todo el país y posteriormente con activistas y asociaciones protectoras del extranjero, legisladores, académicos y veterinarios, de donde nacieron actividades, ideas, foros, eventos y posteriormente la mayoría de leyes de protección animal que hoy existen en Veracruz, leyes que obedecen a la participación de la sociedad.

Toda acción buena que se haga desde cada trinchera a favor de los animales en situación de calle repercutirá notablemente en una sociedad cada vez más humanitaria como lo comentaba hace unos días, las redes sociales están inundadas de testimonios de adopciones exitosas donde un perro o un gato ha llegado a transformar positivamente a toda una familia.

Tengo la oportunidad de asistir los domingos con mi perro a un club de paseos y entrenamiento canino, el primer día que fuimos me quedé sorprendida del compromiso de los dueños en un día que regularmente las personas ocuparían para descansar, la gente así llueva o haga calor va feliz a dedicarle más de dos horas a su mascota para corregir en forma positiva malos comportamientos del animal antes que pensar en regalarlo porque muerden objetos o porque se hacen pipí dentro de su casa, también he visto familias completas que asisten muy contentas a ver como su perro se ejercita en la pista, nada en el río y aprende mil cosas ahí, veo muchos niños que con sus carcajadas y travesuras se suman al entrenamiento del cachorro, abuelitos que disfrutan esos momentos tanto como el perro rescatado de la calle que llevan, lo cual indica que vamos en el camino correcto a convertirnos en una sociedad que tiene un trato ético con los animales y con el medio ambiente.

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