AMLO, DESCONFIADO

Públicamente y en privado, el presidente López Obrador ha advertido a sus más cercanos que no quiere que en 2024 se frene el avance de su movimiento de la Cuarta Transformación, y que tampoco desea entregarle la banda presidencial a un opositor.

Por eso, el mandatario está decidido a hacer todo lo que sea necesario para asegurar que el año entrante lo releve el más leal e incondicional de los aspirantes de Morena que buscan sucederlo. Y, por lo que se observa hasta ahora, la que estaría en primer lugar sería su discípula Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX, y, como segunda opción, su casi hermano Adán Augusto López, secretario de Gobernación.

Al canciller Marcelo Ebrard lo aprecia y lo respeta, pero no goza de su total confianza. Muy en el fondo, aún parece guardarle resentimiento desde que en diciembre de 2006, mientras él se autoproclamó “Presidente legítimo” de México, el flamante jefe del gobierno capitalino debió reunirse con el “Presidente espurio” Felipe Calderón, al que el tabasqueño todavía no le perdona que le haya arrebatado fraudulentamente la Presidencia de la República.

Sin embargo, Ebrard, como político pragmático, en vez de romper con el panista se vio obligado a tender puentes de comunicación institucional con el sucesor de Vicente Fox, pues, para empezar, una de las facultades constitucionales que tenía Calderón como jefe del Ejecutivo federal era la de nombrar al secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México.

La buena relación del ahora canciller obradorista con Calderón llegó a tal punto que según relata un exdiputado federal veracruzano del PAN, que colaboró muy cerca de Josefina Vázquez Mota desde la precampaña presidencial de 2012 –el cual estaría por escribir un libro sobre aquella experiencia electoral–, que Manuel Camacho Solís, exregente capitalino y exsecretario de Relaciones Exteriores, le comentó en esa ocasión que se había reunido con el mandatario panista y que le había comentado con preocupación que veía muy débil a la exsecretaria de Educación Pública, por lo que le dijo que estaba dispuesto a apoyar a Marcelo si éste rompía con López Obrador.

También reveló que Camacho Solís le habría mostrado hasta un mapa de los 300 distritos electorales del país que ya se habían repartido el PAN y el PRD.

Al final, como quedó registrado en la historia, la candidatura de Ebrard no se concretó y dejó pasar al tabasqueño que fue vencido por el priista Enrique Peña Nieto.

Por supuesto que López Obrador se enteró. ¿Recompensará ahora a su canciller con la candidatura presidencial de Morena por no haberse prestado al perverso juego de Calderón hace 12 años?

Quienes conocen muy bien al líder moral de la 4T pronostican que el destino de Ebrard, si no se alinea con Sheinbaum o con Adán, será el mismo de Porfirio Muñoz Ledo en la contienda por la dirigencia nacional de Morena. Y que terminará recibiendo también el mismo “encuestazo” con el que bajaron al senador Higinio Martínez de la candidatura a gobernador del Edomex, y al exsubsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía Berdeja, de la de Coahuila.