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Por José Manuel Melo Moya
Columna:

América, Donald Trump y la inmunidad de las ideologías

2023-11-23 | 10:02 a.m.
América, Donald Trump y la inmunidad de las ideologías
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Habiéndose estandarizado un enfoque sobre las más influyentes preocupaciones que nos agobian como sociedad, ya sea desde los efectos residuales producto de dos conflictos armados -que se han apoderado de nuestro imaginario colectivo- hasta el señalamiento de las malas gestiones de un gobierno, cuya mayor culpa es no poder revertir el castigo que nos ha infringido la naturaleza (en dos ocasiones), en los últimos días se ha marcado distancia con un acontecimiento que bien podría desembocar en una realidad mucho más preocupante: el regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. 

Un escenario de mayor preocupación ya que de materializarse, y más allá de los daños que podría ocasionar, no ofrecería espacio alguno para todo aquel que siempre ha estado dispuesto a delegar culpas y, con ello, obtener un cierto grado de alivio; sea este, arropándose en la distancia geográfica que pudiera separarnos de una nueva zona de conflicto (políticas de Trump) o, en el mejor de los casos, descargando toda frustración en un gobierno que nada puede hacer para evitar que algo así suceda (triunfo republicano). Trump, aunque lo parezca y así lo deseáramos, no es una pandemia o desastre natural cuyos saldos puedan ser endosados a nuestra máxima autoridad estatal.

Estados Unidos se encuentra a doce meses de distancia de poder celebrar sus próximas elecciones presidenciales, y de sus dos posibles resultados dependerá, primero, si podemos seguir avanzando conjuntamente en resolver problemáticas como la migración, el desarrollo económico, apertura comercial y seguridad regional o, como segunda opción, ver a la Casa Blanca convertirse en una de las peores pesadillas que México ha tenido en los últimos doscientos años (en diciembre pasado ambos países conmemoraron dos siglos de relaciones diplomáticas).

Tan temeraria proyección, solo responde a un conjunto de sondeos que recientemente el medio informativo “The New York Times” abordó ampliamente dentro de sus páginas (NYT/Sienna College y CBS News). Sondeos, cuyos resultados han podido delatar lo que podría parecer una clara, pero preocupante, inclinación de preferencias hacia el expresidente Donald Trump: un amplio sector norteamericano masculino joven y votantes hispanos y de color, que tradicionalmente han apoyado a los demócratas, manifestaron que en las próximas elecciones presidenciales estarían dispuestos a votar por el tan polémico candidato republicano.Ver: https://www.nytimes.com/interactive/2023/11/07/us/elections/times-siena-battlegrounds-registered-voters.html?referringSource=articleShare

Un súbito aumento en los flujos de migración (que ha logrado animar la animadversión en estados tradicionalmente proinmigrantes, como lo es Nueva York), una economía que más allá de su notoria mejoría no logra convencer a los más jóvenes, el respaldo a una guerra que atenta en contra del pueblo de Palestina y, como punto destacado, la edad y salud mental del presidente Biden son, para los encuestados, los principales temas que ponen a Donald Trump a la cabeza en cinco estados de la Unión Americana. Estados que, por su importancia en las elecciones pasadas, podrían definir al ganador de los próximos comicios.

Si tuviéramos que hablar de algún rival que pudiera hacer temblar las aspiraciones de Trump, al interior de su partido, tendríamos que destacar que en los últimos sondeos se ubica a su adversario más próximo 40 puntos por debajo de quien, definitivamente, parece perfilarse como el candidato único e irremplazable del partido republicano.

A modo de alerta: siempre debemos tener presente que los sondeos, por buenos que estos sean, no dejan de ser más que eso: simples sondeos. No obstante, y ante la incertidumbre, abordemos este inquietante panorama.

¿Cómo entender esta realidad?

Donald Trump ha mostrado en el más reciente sondeo que mide el ánimo electoral estadounidense, de cara al 2024, una popularidad que parece no estar al día, ni en sincronía, con esa disruptiva figura que tiene en su contra 91 cargos por delitos graves. Un absurdo, que podría empezar a tomar forma si nos damos el tiempo para conocer algunos de los puntos que articulan el futuro proyecto político de Trump y agregamos, además, el ánimo que este país guarda por un presidente en funciones en franco declive.

Esto es: realizar en su país la más grande deportación de inmigrantes que haya sido conocida (contemplando las expulsiones en más de un millón por año), negar la nacionalidad a todo aquel nacido en territorio norteamericano que provenga de padres indocumentados y prohibir o revocar las visas de trabajo, estudiante y humanitarias que hayan sido otorgadas a ciudadanos que manifiesten actitudes indeseables (mostrando apoyo a cualquier manifestación contraria a los intereses geopolíticos de Estados Unidos) son algunos de los puntos que, de acuerdo a Stephen Miller, asesor legal del expresidente republicano, Trump implementaría al iniciar su segundo mandato presidencial.

Sobre esta misma línea habría que agregar, y no sin un alto grado de asombro, lo irrelevante que ha resultado para muchos norteamericanos la recuperación que en materia económica ha logrado conseguir el presidente Biden. Múltiples prospectivas -de reconocidos especialistas- destinadas a vapulear la multimillonaria ampliación de la masa monetaria, emprendida por Biden, han quedado hasta el momento nulificadas gracias a una economía norteamericana que en el año 2023 logrará superar la trayectoria de crecimiento que se tenía proyectada desde antes de la pandemia.

De acuero al Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido gracias a la oportuna intervención del gobierno de Biden y las multimillonarias transferencias de su gobierno a los hogares norteamericanos (en la pandemia) lo que contribuyó a mantener una poderosa capacidad del consumo privado y proteger un mercado laboral que, a diferencia de Europa y otras regiones del mundo, ha logrado ajustarse rápidamente a la nueva dinámica pospandemia. Ver: https://www.imf.org/en/Publications/WEO/Issues/2023/10/10/world-economic-outlook-october-2023

Así, ni la creciente actitud disruptiva de un revolucionario Trump ni la propia figura del presidente Biden, cuya administración ha logrado la creación de más de trece millones de empleos, con un incremento salarial (no gerencial) por encima de la inflación, han servido de motivación suficiente para que la sociedad estadounidense quiera liquidar finalmente a Donald Trump de la próxima carrera presidencial. Por lo contrario, su figura parece estar fortaleciéndose.

¿Qué podría explicar dicha situación?

Hace un año, en la columna titulada “El retorno de Donald Trump y la fuerza de una ideología”, en este mismo espacio recurrimos al estudio de las ideologías con la intención de entender: ¿por qué la popularidad de Trump parecía ser inmune ante un evidente declive electoral republicano? En aquella ocasión, apoyados con las ideas de Terence Ball y Richard Dagger, fuimos capaces de aproximarnos a una figura de Trump que para ese momento posiblemente “ya” se había consolidado como una ideología.

Han pasado doce meses de haberse publicado aquel escrito, y el Trumpismo (o MAGA) parece continuar cumpliendo con esas cuatro funciones que, de acuerdo a Ball y Dagger, son necesarias para activar una movilización homogénea -y distante de la realidad- que solo una ideología es capaz de lograr. La figura de Donald Trump no solo ha demostrado ser inmune a la derrota electoral que los republicanos sufrieron este mes en cinco Estados de la Unión Americana; además, y con poco esfuerzo, ha desvanecido de la mente de sus seguidores los importantes logros que en materia económica, ambiental y social ha podido alcanzar su principal adversario político: Joe Biden.

Si bien esta semana se ha querido vincular el triunfo de Javier Milei, en Argentina, a una supuesta expansión en nuestro continente de las ideologías de extrema derecha; tenemos que decir, sin temor a equivocarnos, que -de ambos países- solo Estados Unidos es donde una ideología ha sido capaz de construir, para sus seguidores, una dócil pero disruptiva “realidad alternativa”.

La marca “Donald Trump” no ha hecho más que dar refugio a un sector de la sociedad norteamericana que parece encajar con ese tipo de sociedad de la cual nos advertía el filósofo norteamericano Allan Bloom. Una sociedad posmoderna cuyo relativismo (sobre la realidad) ha deformado el concepto de apertura cultural y lo ha transformado en un mecanismo que hace que toda diferencia, o deseo individual, deba ser integrado a la sociedad; sin importar lo nociva que esta diferencia (o deseos) pueda resultar para los cimientos constitutivos de dicha sociedad.

De acuerdo a Bloom, y sus reflexiones en el libro “The Closing of the American Mind”, la apertura cultural fue, hasta el inicio de la posguerra, el principal artificio con el que norteamérica sería capaz de exaltar su singularidad civilizatoria de frente a otras culturas. Lo anterior, buscando legitimar, ante ellos y el mundo entero, las virtudes de una sociedad donde solo una “mayoría comprometida" tenía la capacidad y voluntad de resguadar los principios que hacen de norteamérica el faro mundial de la libertad. 

En el presente, decía Bloom, las minorías son mayoría y poco les interesa poder preservar los principios constitutivos de una nación que ha sido el referente mundial de “la libertad” (la Constitución de los Estados Unidos).

Donald Trump es una ideología. Ideolgía cuya amenaza no obedece a su identidad escarlata (Rep.), su peligrosidad emana de una comunidad conservadora, que la compone, que ha decidido combatir al progresismo posmoderno con sus mismas armas: la subjetividad. Estamos frente a una batalla entre los devotos de una libertad sin fronteras y los seducidos por un mundo que, día con día, se contruye de hechos alternativos.

Por lo contrario, el triunfo de Javier Milei no es producto de una oleada ideológica, solo responde a una apremiante necesidad del pueblo argentino por querer recuperar una historia de éxito que había comenzado a olvidar. No nos equivoquemos, en Argentina el cansancio venció a la ideología.

José Manuel Melo Moya

  • Maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana. Ganador de la “Medalla al Mérito Universitario”.
  • Posee diplomados en análisis económico, inteligencia y estudios prospectivos por la Organización de los Estados Americanos (OEA), Escuela de Inteligencia Antidrogas (Colombia) y la UNAM.
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