Mañana 22 de marzo se celebra el día mundial del agua, fecha propuesta en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, efectuada en Río de Janeiro Brasil en1992, la fecha tiene por finalidad dar a conocer la importancia de los recursos hídricos del planeta y apoyar las iniciativas mundiales orientadas a reconocer la importancia del agua dulce y la Gestión Sostenible de este recurso.
Hoy en día, el agua potable sigue siendo un lujo para más de mil millones de personas en todo el mundo que carecen de acceso a un mejor suministro de agua y otros 2,500 millones que no disponen de servicios básicos de saneamiento. Si tenemos en cuenta que los recursos hídricos no son inagotables en el mundo, la celebración de esta fecha debe ser parte de la tarea colectiva y permanente de crear conciencia en la población mundial. El agua es un derecho humano; a nadie se le debe negar el acceso a ella.
Este año el tema versa sobre el binomio agua y el cambio climático, y cómo los dos están complicadamente vinculados.
Ante una situación que muchos consideran de emergencia climática, nos encontramos con que la sostenibilidad y disponibilidad de los recursos hídricos no solo se ve afectada por la demanda, sino que también, y de manera muy notable, por el cambio climático.
Las alteraciones que el hombre está causando en el clima afectan a las precipitaciones y la temperatura y a la intensidad, duración y ocurrencia de los eventos climáticos. Estos cambios tienen graves consecuencias para la disponibilidad de los recursos hídricos al producir: Un descenso muy acusado en las reservas netas de agua y Una degradación y pérdida de calidad en las mismas.
Las crecientes demandas, combinadas con una mala gestión, han incrementado el estrés hídrico en muchas partes del mundo; el cambio climático aumenta drásticamente la presión. Para 2030, se estima que, en todo el mundo, 700 millones de personas podrían verse desplazadas por una intensa escasez de agua.
Pero el impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos va más allá. Afecta negativamente a otros subsistemas terrestres (atmósfera, suelos, biosfera) y a la propia actividad humana, efecto que finalmente se transfiere a los recursos hídricos.
Estamos así en un escenario que requiere un nuevo paradigma: ya no basta con asegurar el suministro y la sostenibilidad de los recursos frente a la demanda creciente o con ver los impactos antrópicos directos como principal amenaza. La gestión integral considera las funciones del agua como recurso natural finito y vulnerable, que cumple unos servicios ecosistémicos y constituye un bien social, con un valor económico en todos sus usos.
Cada uno de nosotros tenemos en nuestra mano hacer un uso responsable del agua, pensemos que los cambios globales comienzan con pequeñas acciones.
Al adaptarnos a los efectos del cambio climático en el agua, protegeremos la salud y salvaremos vidas. Y, al usar el agua de manera más eficiente, reduciremos los gases de efecto invernadero.
No podemos darnos el lujo de esperar. Los responsables de la política climática deben poner el agua en el centro de los planes de acción.
#CambiaUnaAccionCambiaTodo
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