“El mundo se desmorona y se acerca a un punto de quiebre, «Alaben a Dios» porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.” Papa Francisco.
El pontífice publicó esta semana su exhortación apostólica “Laudate Deum”(Alaben a Dios), sobre el cuidado del medio ambiente. El nuevo documento se hace público en la misma fecha en la que se celebra la fiesta de San Francisco de Asís; en su escrito, el papa Francisco advierte de la inacción política, los negacionistas del calentamiento global y los intereses económicos ante la crisis climática y en la que vuelve a afrontar el grave problema de la destrucción del planeta.
Este nuevo escrito del papa dirigido a todas las personas de buena voluntad es una continuación de su llamada “encíclica verde”, “Laudato sí”, publicada hace ocho años, donde se afirma que hoy en día existe un periodo de falta de reacción por parte de los gobiernos, lo que ha ocasionado que la situación se vuelva más preocupante, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes, por más que se pretendan negar, esconder o disimular.
En el texto, de poco más de 12 páginas (en español), el Santo Padre recuerda que: “Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos”.
En los últimos cincuenta años la temperatura aumentó con una velocidad inédita, sin precedentes en los últimos dos mil años, no es posible ocultar la coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo desde mediados del siglo XX.
Francisco señala que, las soluciones más efectivas vendrán no sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política internacional, es necesario un cambio en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades. Y subraya que las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de algunos países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global.
Finalmente, el líder de la iglesia católica insiste en su escrito que el cambio climático se trata de un problema social global que está íntimamente relacionado con la dignidad de la vida humana, es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la comunidad mundial.
Laudate Deum concluye con una llamada a la responsabilidad personal subrayando que “no hay cambios duraderos sin cambios culturales, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas”.
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