El gobierno del presidente López Obrador no termina de encontrar la fórmula para encauzar el rumbo de los activos de la hoy extinta Pemex Fertilizantes, quien continúa en números rojos y sin poder echar a andar la producción de amoniaco y fertilizantes nitrogenados – dos de sus principales activos - de manera satisfactoria.
La prioridad, según se nos hace saber a través de la inyección de capital que el Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos aprobó en la sesión ordinaria del pasado 2 de Diciembre, es “llevar a cabo las acciones necesarias para que, en la medida de lo posible, se obtenga refinanciamiento y/o se reestructuren los créditos cuyos compromisos financieros serán cubiertos con la capitalización autorizada”.
No es de extrañar que el cometido del monto autorizado, que asciende a 114.86 millones de dólares, sea hacer frente a los compromisos financieros que se adquirieron en pasadas administraciones. Lo problemático de esta decisión es que se pospone para mejores tiempos el atender las causas del por qué la producción de amoniaco, quien es parte central de la cadena de los fertilizantes nitrogenados, continua en niveles históricamente bajos.
El complejo petroquímico de Cosoleacaque, propiedad de Pemex y único productor de amoniaco en el país, arrastra una serie de trabas técnicas y operativas desde administraciones anteriores que lo han obligado a parar sus plantas de manera frecuente.
En Febrero del 2020, o 15 meses después de iniciado el sexenio, Pemex reportaba que Cosoleacaque por fin estaba produciendo nuevamente después de haber cesado operaciones en Agosto/Septiembre del 2018. De los 25 meses del gobierno de AMLO a Diciembre del 2020, Cosoleacaque solo ha registrado producción de amoniaco en 7 meses, según datos del Sistema de Información Energética.
Explicado de otra manera, las 5,450 toneladas mensuales promedio de amoniaco que se han producido hasta Diciembre del 2020 en esta administración son solo una fracción de las 50 mil 600 toneladas mensuales promedio que Pemex reporto producir durante el sexenio anterior.
Si bien el argumento de que gobiernos anteriores – desde Ernesto Zedillo hasta Enrique Peña Nieto - se dedicaron a desmantelar esta cadena petroquímica es legítimo, las cifras arriba descritas también nos dan a entender que la gestión del presidente López Obrador se ha quedado corta en cuanto a restablecer la producción de amoniaco.
La pregunta que nos queda hacer es cómo hacer rentable los activos de la hoy extinta Pemex Fertilizantes. Esto es relativamente fácil de contestar, pero sumamente difícil de resolver en la práctica.
Aguas arriba, la producción de amoniaco está ligada al suministro de gas natural – esa molécula que se transporta a través de tubos que recorren la geografía nacional y que tiene en el sector eléctrico su mayor fuente de demanda. Uno de los problemas que enfrenta
Cosoleacaque es precisamente el suministro de gas natural, el cual es insuficiente y/o de mala calidad. Los cuellos de botella en la infraestructura de transporte de gas natural y la baja producción en el sur-sureste del país explican lo anterior.
Aguas abajo, el amoniaco es la materia prima necesaria para la producción de fertilizantes nitrogenados, entre los que destaca la urea, siendo éstos a su vez jugadores centrales en cuanto a productividad y seguridad alimentaria. De ahí la importancia del amoniaco en cuanto a la agenda socioeconómica del presidente. Aquí, el punto también es que Pro Agroindustria, la planta de urea que Pemex compro en el
2014 y que consume amoniaco, continua enfrentando retos enormes para su constante funcionamiento.
Bajo la lógica del gobierno, el fracaso que a la postre resultó la adquisición de Pro-Agroindustria y el subsecuente endeudamiento en que se incurrió justifican la capitalización aprobada hace dos meses para cubrir obligaciones financieras y dejar en segundo término la rehabilitación de la infraestructura productiva.
Bajo la lógica del mercado, hay quienes ven en la inversión privada parte de la solución para atender la demanda interna.
Nos acercamos a la mitad del sexenio y la realidad nos dice que, en el caso de la producción de amoniaco y urea, la gestión actual de Pemex tiene mucho por hacer.
Adrian Duhalt es investigador posdoctoral en temas de
energía en el Instituto Baker de la Universidad de Rice, Houston. @AdrianDuhalt
Artículo previamente publicado en Expansión
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