El diamante destaca por sus propiedades: belleza, transparencia, brillo, inalterabilidad y capacidad para transformar la luz blanca en un espectro de colores dotadas de significados metafísicos. De allí podemos desprender el significado de la filosofía budista Vajrayana, también conocido como La conciencia diamantina.
Su raíz se divide en Vajra que es “diamante”, “rayo” y Yana que es “vehículo”. Por lo que La conciencia diamantina u ocaedro vendría siendo algo así como la base de todas las frecuencias del ser humano y de todos sus cuerpos.
Lo que plantea esta filosofía es que, igual que el diamante, la consciencia está conformada por varios fractales, miles integrados en uno. Ninguno puede existir sin el otro. Cuando dormimos, por ejemplo, entramos en muchas realidades, por lo tanto, se dice que experimentamos la conciencia diamantina, distinto al que somos cuando apenas despertamos (que estamos en consciencia pura).
Entonces, practicar alguno de ejercicios diamantinos, ayuda a que podamos conocernos mejor a nosotros mismos.
Te invito a que pruebes lo siguiente:
Respira hondo varias veces. Siente cómo la energía de la respiración vibrante permanece en ti.
Siente cómo a medida que respira se va formando una esfera de luz o una energía en el interior de tu corazón que se va haciendo más profunda.
En tanto respiras visualiza cómo esa esfera de luz va creciendo y te rodea.
Siente cómo una gran luz dorada sube al encuentro desde su núcleo cristalino.
Imagina que esa hebra dorada sube en vertical hacia ti, te llena de energía y te conecta a un plano más profundo.
Visualiza cómo va subiendo a cada parte de tu cuerpo, atraviesa tu corazón y tu alma, dándote la paz de dar y recibir.
Siente cómo esa energía te brinda un equilibrio interno y externo. Sigue respirando...
Permanece en este equilibrio las veces que desees, y unas 9 respiraciones mínimo.
Pruébalo, y cuéntame cómo te has sentido al finalizar.
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