Hay momentos, ocasiones y escenarios en que muchos y muchas nos sentimos invisibles ante los demás, percibimos que nada importa de lo que mostramos como personas, que no se valora un punto de vista o se respeta una decisión, y tal sensación genera frustración, baja autoestima, falta de confianza y hasta coraje por no encajar, ¿cierto?
El rechazo o desdén, hace pensar que no somos dignos de amor o de atención. Sin embargo, muchas veces este sentimiento es subjetivo, se interpreta tal vez de modo impreciso.
De ahí que si en algún momento sientes que no hay un lugar en el mundo para ti, haz un alto:
Cada quien debe analizar su situación, discernir entre la exclusión y lo que quizás sea un malentendido.
Asertividad significa compartir tus pensamientos, esa capacidad para que manifiestes cómo te sientes, lo que te hace sentir como tapete, decir claramente tus deseos sin sentirte culpable, que se respeten tus puntos de vista y derechos, tanto en la familia, en el trabajo, con tus amigos y conocidos. Es decir, establecer límites saludables y decir “no” cuando sea pertinente.
Cambia el “no” por el “¡sí!” Aleja esos pensamientos distorsionados, muéstrate más positivo y constructivo. Cambia el “nadie me quiere” por “quizás a algunos no les importe, pero hay otros tantos que me aman”.
Cambiar el disco duro y cultivar relaciones para sentirte más conectado con todos los que te rodean.
Finalmente, no busques, por favor, la aprobación o la condescendencia de los otros, pues si insistes caerás en el vacío del sufrimiento y la caída de tu amor propio.
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