La segunda adolescencia

No todas las formas de identidad son iguales. Para algunos envejecer significa vestir y comportarse como abuelos. Pero existe una nueva generación, a quienes les disgustan ser catalogados como “La tercera edad”. Viven su madurez sin miedos, sin complejos y llenos de mucha vitalidad. Y aunque rondan los sesenta y tantos, setenta y hasta ochenta, son personas independientes, viven a plenitud y disfrutan del ocio como cualquier otra generación. Están viviendo una segunda adolescencia.

No sueñan con jubilarse y viven esta etapa a su manera. Tienen vigor y motivación, no quieren depender de sus hijos o familiares y hacen muchas actividades que los mantienen activos. No se sienten de retirada, sino todo lo contrario. Asumen la vejez de una mejor manera y mantienen su ánimo y energía. Tanto así que son llamados “Los abuelos rebeldes”. Este tipo de personas están cambiando el concepto social que tenemos de envejecer.

Para algunos de sus familiares puede ser algo preocupante por considerarlos un cambio muy abrupto de personalidad. Pero lo primero que debemos entender es que no se trata de una situación enfermiza o alarmante. Mientras no exista la evasión o distorsión de la percepción, se trata de una actitud natural, una etapa de la vida donde la persona asume adultez avanzada desde una nueva perspectiva.

Y es que la vejez no debe ser vista como una enfermedad o como un padecimiento. Todo lo contrario, mantener un espíritu joven, y asumir esta nueva etapa de cambios desde la positividad, es lo más recomendable para alcanzar el bienestar físico y emocional. Así que, si tus padres o familiares cercanos lo experimentan, lo mejor es acompañar su proceso desde la comprensión y la empatía.

La vejez no es una sentencia.

¡Permíteles disfrutar como merecen!