¿Sabías que en una respiración subconsciente promedio inhalamos tan solo medio litro de los 5 que nuestros pulmones son capaces de retener? Y de hecho, esta capacidad llega hasta los 6 litros en los deportistas. A pesar de que existe una amplia investigación científica acerca de los beneficios de respirar profunda y conscientemente –mayor oxigenación de las células, reducción de ansiedad y estrés, mayor concentración– muchas personas seguimos sin crear un momento en nuestro día para hacerlo. Además de que los efectos positivos de respirar de manera consciente son inmediatos, también hay frutos a largo plazo. El principal de ellos es, sin lugar a dudas, el reconocer que nuestro cuerpo viene equipado con una herramienta infalible para apaciguar nuestra mente en cualquier momento y ante cualquier circunstancia.
Un elixir para cualquier malestar
Existe una relación directa entre la respiración y el ritmo cardiaco. Esto es fácilmente comprobable al observar cómo retener el aire por unos segundos hace que el pulso incremente, mientras que respirar de manera lenta, profunda y rítmica, lo ralentiza. De la misma manera, un ritmo cardiaco acelerado va de la mano con una actividad cerebral también elevada y viceversa. En otras palabras: la respiración puede aumentar o disminuir nuestra actividad mental.
Siempre que nos encontramos en una situación estresante, el cuerpo produce un coctel de químicos para ayudarnos a enfrentar el reto que tenemos enfrente. Sin embargo, no todos los escenarios requieren estos componentes que nos preparan para luchar o huir. Si no hacemos algo para controlar la reacción corporal ante el estrés, pronto nos encontraremos llenos de sustancias como el cortisol y la adrenalina que, de no ser gestionadas, pueden resultar perjudiciales para la salud. ¿Su oponente? La respiración.
Aprendiendo a usar nuestra mejor herramienta
Dedicar unos minutos al día a respirar de forma consciente nos hará reconocer que siempre está ahí para darnos todas sus bondades. Con el tiempo y la familiaridad, este conocimiento se mantendrá presente en nuestro día a día, dándonos una solución simple pero efectiva a cualquier sensación corporal desagradable. Acostumbrarnos a inhalar profundamente ante toda situación que podría estresarnos permite que nuestra mente no salte de inmediato a la reacción, dándonos la oportunidad de actuar con mayor consciencia y ecuanimidad. Unas largas respiraciones comenzando el día –después de toda una noche respirando subconscientemente– y también al concluirlo –tras una jornada que puede habernos desgastado– bastará para que comencemos a integrar este hábito a la rutina. En la medida en la que hagamos esta practica, recuperaremos el control de nuestra respiración y con ello de nuestra vida.
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