¿Sientes un cansancio enorme, te cuesta concentrarte, te la pasas de mal humor y de momento sin razón aparente te da nerviosismo o taquicardia? ¿Se te dificulta realizar tareas que antes te resultaban sencillas? Estos son algunos de los signos del Síndrome del Burnout y si los estás experimentando, no debes ignorarlos pues podrían continuar progresando hasta incapacitarte.
Antes del 2020, ya el burnout había sido identificado como uno de los principales propulsores de la crisis de salud mental en el mundo y clasificado oficialmente por autoridades internacionales como una condición de salud relacionada al empleo. La pandemia por COVID-19 y los cambios radicales a los patrones de vida que produjo, no solo lo ha exacerbado, si no que lo ha extendido más allá del desgaste laboral.
La OMS define el síndrome de burnout como una patología relacionada al entorno laboral con tres síntomas: agotamiento o falta de energía, "distanciamiento mental" del puesto de trabajo y disminución de la eficacia laboral.
El Origen del Burnout
El burnout es el resultado de la acumulación del estrés que no ha sido gestionado. Es decir, el estrés, si se maneja de una forma saludable, puede ser un gran aliado porque nos motiva y nos hace alcanzar muchos logros. Sin embargo, si no hacemos tiempo para recuperarnos emocional y físicamente del estrés, seguimos acumulando sus efectos y poco a poco vamos desgastando nuestras energías, nuestros órganos, y la capacidad de mantener en balance nuestras emociones.
Esto es una situación que puede afectar a cualquier tipo de persona, aunque se relaciona con personas que han elegido sus carreras y puesto todo su empeño para sobresalir en su campo. Aparece en cualquier momento de la vida, a pesar que muchas investigaciones señalan que es más común entre profesionistas entre las edades de 24 a 44. De igual forma, los estudios revelan que la mayoría de quienes lo sufren, no creen que su trabajo es la principal causa de su malestar.
Como cualquier condición, los síntomas varían según la persona que los experimenta. Los más comunes son:
Sentimiento de agotamiento, fracaso e impotencia.
Nerviosismo repentino.
Dificultad para concentrarse.
Baja en productividad laboral.
Fallas o letargo en realizar actividades que antes le eran muy fáciles.
Comportamientos agresivos, enojos y mal humor.
Dolor de cabeza.
Taquicardia.
Baja autoestima, autocrítica, culpabilidad.
Sentimientos de poca realización personal, aún cuando existen grandes triunfos.
Prevención y mitigación
Ahora que conoces lo que es el burnout y cómo se manifiesta, puedes estar más vigilante e identificar si es algo que te está impactando. Es importante que no lo ignores. Tampoco lo ocultes aún si existe una vaga posibilidad de que lo puedas estar experimentando. Háblalo con gente de confianza e idealmente con el profesional de la salud. Pide tiempo personal del trabajo para descansar y haz ajustes en tu vida diaria para acomodar más ejercicio, mejor alimentación y actividades que te distraigan ayudándote a descomprimir la tensión.
Comprende que de ninguna manera es una debilidad no una falla de carácter. Es una condición que le puede pasar a cualquiera como una gripa o romperse una pierna. Pensar que es un asunto de ¨echarle ganas¨ es agregar más complicación a la ecuación.
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