Nadie está exento de apegos y ataduras. Ya sea al dinero, a una casa, a un objeto, un trauma, a conflictos familiares. También a historias del pasado, a un suceso, a una persona o a un ser querido que murió.
Todo este círculo vicioso de apego solo nos trae ansiedad, lágrimas, sufrimiento, obsesiones, estrés, sofoco, piernas inquietas, insomnio, inapetencia, etc.
El apego enferma física, emocional y espiritualmente, no avanzas en varias esferas de tu vida y, lo peor, le transmites eso a toda tu familia.
¡Desengánchate!
Muchos creen a pie juntillas que eso a lo que están apegados, una cuerda es lo que los mantiene salvos…si les costó tanto alcanzarla, nunca la querrán soltar, se ciegan y tiemblan de miedo. Pero lo mejor es que lo sueltes:
Sal de esa prisión, comienza a ser libre para tomar decisiones asertivas.
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