Posesión, celos, manipulación, codependencia y hasta golpes son las características más comunes en una relación tóxica, ya sea de pareja, amigos, familiares o compañeros de trabajo.
Es un vínculo que destruye emocionalmente, porque incluso puede existir un control disfrazado de afecto y cariño, lo que hace que sea casi imposible romper con el apego porque sientes que él o ella te complementa, te llena, te hace falta o tiene razones válidas para comportarse como lo hace.
¡Desengánchate!
• Identifica y ACEPTA lo que está pasando.
• Sal de ese pozo oscuro lleno de espinas, cadenas, lodo, dolor. Quizás se vea lejos y difícil, pero necesario; un tema de sobrevivencia. El “no puedo” no es una opción, sino un desafío.
• Busca distracciones. Un curso, ejercicio, lecturas, charlas (catarsis) con personas que han o están pasando por situación similar.
• Acude con un especialista, y platica con familia o amigos cercanos. Tras el consuelo emocional surgen salidas terapéuticas. Seguro que desde ahí comenzarás a reconstruir ese amor propio, la confianza, las fortalezas; crecer ante la adversidad, ser tu mejor versión, ser responsable de tu vida, de tu felicidad.
• Cuando ya estés listo o lista, vendrá todo un trabajo por reiniciar, aprender de tus errores, marcarte objetivos, metas y propósitos a corto plazo. Se ve complicado cuando llevas mucho tiempo inmerso en una relación tóxica, pero es posible y saludable si desde ya das el primer paso.
Si ya identificaste una o varias señales, es urgente que comiences a romper con este círculo vicioso afincado en el miedo, porque si no tus emociones, amor propio, confianza se irán en picada y se pueden afectar las relaciones genuinas y saludables con amigos, compañeros de trabajo y familia.
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