No es fácil aceptar las situaciones dolorosas de la vida. Cuando nuestra realidad es alterada por el conflicto y nuestras expectativas no se corresponden con lo que deseamos, nos embarga el sufrimiento y se altera nuestra estabilidad emocional. La psicología propone que la aceptación es la base de nuestro bienestar, pero ¿cómo conseguirla?
Cuando se habla de aceptación no se trata de resignación, desgano o actitud acomodaticia. Todo lo contrario. Para una psicoterapeuta como Virginia Gawel, la aceptación es: “Tomar con gracia lo que la vida trae”.
Aunque cueste asimilar esta idea cuando afrontamos momentos dolorosos, el concepto de aceptación implica que podamos percibir todos los matices que nos muestra la realidad, no solo desde sus aspectos negativos, sino desde la comprensión de su significado y los aprendizajes que puede traernos para transformar nuestra vida.
Sencillo. Cuando ofrezco resistencia, me abro al sufrimiento. En cambio, cuando acepto, dejo la queja y la negatividad al lado y me abro hacia una inteligencia sensible provista de flexibilidad, lo que trae consigo una capacidad para adaptarme a los cambios, sin cerrar las puertas a lo que viene.
Cuando acepto, suelto lo que se está yendo o lo que no cumplió mis deseos, y me enfoco en la acción, tratando de focalizar mucho más lo que quiero y en cómo puedo hacer para lograrlo.
En pocas palabras, me permite “surfear” la vida con gracia. Cuando aceptamos la realidad tal como es, podemos abrazar nuestros fracasos y dolores de una manera más positiva y alcanzar mayor bienestar emocional.
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