El acné suele desaparecer después de la adolescencia, aunque en ciertos casos puede continuar hasta la adultez por este motivo, el gobierno de México ha proporcionado recomendaciones para enfrentar este problema sin necesidad de gastar mucho dinero ni empeorar la situación.
Este trastorno de la piel ocurre cuando un folículo, que es el conducto por donde se transporta el sebo y las células muertas hacia la superficie, se obstruye, provocando la aparición de granos o espinillas.
Comúnmente, estos granos se presentan en áreas como la cara, el cuello, la espalda, los hombros y el pecho. El acné puede ser resultado de diversos factores, como cambios hormonales durante la pubertad, los períodos menstruales, el embarazo, el uso de anticonceptivos orales, algunos productos cosméticos o ciertos medicamentos.
Para tratarlo de manera efectiva, es fundamental adoptar hábitos como limpiar la piel dos veces al día con un jabón suave que no cause resequedad, además de hacer ejercicio regularmente.
Es clave evitar apretar o rascar los granos, ya que esto puede generar cicatrices o infecciones. También se recomienda no tocarse la cara con las manos sucias y utilizar cosméticos que no sean grasosos.
A pesar de que el acné suele desaparecer después de la adolescencia, en algunos casos puede persistir durante la adultez. Por eso, es crucial no ignorar el problema y buscar la orientación de un dermatólogo para recibir un tratamiento adecuado y oportuno.
Un manejo inadecuado del acné puede acarrear diversas complicaciones que afectan tanto la salud física como el bienestar emocional.
Una de las principales consecuencias es la formación de cicatrices permanentes en la piel, que pueden manifestarse como depresiones (atróficas) o elevaciones (hipertróficas o queloides), dependiendo de la gravedad y profundidad de las lesiones inflamatorias.
Además de las cicatrices, es común que se presenten cambios en la pigmentación de la piel tras la resolución del acné. Estas alteraciones pueden incluir hiperpigmentación (oscurecimiento) o hipopigmentación (aclaramiento) en las áreas previamente afectadas, lo que puede prolongar la preocupación estética incluso después de que las lesiones activas hayan desaparecido.
El impacto psicológico del acné mal tratado también es significativo. Las personas que desarrollan cicatrices o cambios notorios en la piel pueden experimentar una disminución en su autoestima y confianza, lo que puede derivar en ansiedad o depresión. Por ello, es esencial abordar el acné de manera temprana y adecuada para minimizar estas secuelas emocionales.
Para prevenir estas complicaciones, los especialistas recomiendan buscar atención dermatológica al inicio de los síntomas del acné. Un tratamiento oportuno y personalizado puede reducir la inflamación, controlar la aparición de nuevas lesiones y disminuir el riesgo de cicatrices permanentes
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