Veracruz | 2023-08-01
Los veracruzanos que llegaron a la zona de mercados desde las 9:00 de la mañana encontraron diferente la esquina de Hernán Cortés y Nicolás Bravo, como no la recordaban en las últimas casi 5 décadas.
La que inauguró ese espacio en 1974 como tienda Blanco, que en los 90 se convirtió en Gigante y antes de alcanzar los 49 años se había convertido en Soriana, ya no abrió su cortina metálica.
Ya nunca más. Ya no se volverá a levantar la cortina.
Sólo quedará el recuerdo del estribillo ‘Blanco Blanco Blanco abarata la vida’ con la música de ‘salta salta salta pequeña langosta’; y el de ‘Gigante, más por tu dinero’ con el que se anunciaba en las radiodifusoras.
En la banqueta de Bravo y la de Cortés, atiborradas de casetas metálicas de comerciantes informales, éstos murmuraban sobre el destino que les espera y si las amas de casa les comprarán su mercancía o tendrán que retirarse de ahí.
La banqueta se veía poco transitada y desde la contraesquina, es decir la esquina opuesta, los otros comerciantes informales auguraban la decadencia comercial de la zona y la posible peligrosidad que la devoraría por las noches, ya sin el vaivén de la clientela que ‘jalaba’ Soriana.
Apenas la noche anterior, la del 31 de julio de 2023, hasta mariachis hubo para despedir a Soriana y cantarles Las Golondrinas.
Horas después, la mañana de martes 01 de agosto, persistía el movimiento en general en la zona de mercados y en lo particular en la calle Cortés pues por ella circulan los autobuses de pasaje de rutas como Miguel Alemán, Ortiz Rubio, Bajadas, Calle 12, Dos Caminos, Infonavit Chivería, Panteón Jardín, Alcocer. Pero en esa banqueta en particular empezó la decadencia.
Y esa decadencia se extenderá hacia Bravo, y alcanzará hasta el estacionamiento en la esquina de Cortés y Guerrero, que de por sí es solitario una vez que oscurece.
LA OTRA CARA
Algunos caminantes fueron directos: “ojalá que ya sin Soriana por el fin el ayuntamiento quite al ambulantaje que se apropió de Bravo y de las banquetas de Cortés desde Hidalgo hasta Guerrero”, comentaban.
“Ponga eso, que ya no queremos más ambulantaje que tiene las banquetas y las calles hechas un muladar”, solicitaban. Pero evadían proporcionar su nombre y declararlo con toda la formalidad.
¿Y LOS CERILLITOS?
Sólo una pareja de adultos mayores preguntó qué habría pasado con los abuelos que ganaban algunos pesos como ‘cerillitos’ en las cajas registradoras y que de repente se quedaron sin nada, porque ellos no tenían salario y se ayudaban con las propinas de los clientes.
“Sabrá Dios, que Dios los bendiga”,se escuchó desde una garganta de mujer.
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