Veracruz | 2024-07-24
Esta es la historia de un humilde pescador de Veracruz que halló un tesoro en el fondo del mar, de lo que mas tarde se conocería como Las Joyas del Pescador, equivalente a 17 kilos de oro puro, y por las que pasó varios meses en la cárcel.
Cuando encontró estas joyas correspondientes a la época prehispánica en el fondo del mar, se encontraba capturando unos pulpos en la playa Norte de Veracruz, y llegó a ignorar el valor comercial e histórico de estas piezas que por algún tiempo fueron exhibidas en el Baluarte de Santiago propiedad del INAH.
"Yo no sabía que encontrar algo en el mar, sea un delito. Es algo que jamás voy olvidar", dijo años después en una entrevista el pescador Raúl Hurtado.
A esas joyas en un principio no les dio importancia, sus hijos jugaban con ellas, hasta que un amigo le dijo que podía venderlas y obtener algo, pero fueron cantidades pequeñas, dinero que en su momento le sirvió para comprar material para construir su casa, como piedra y tabique.
Una persona lo delató y elementos de la Policía Judicial llegaron una noche a su casa para golpearlo.
"Me acusaron de perpetrar un gran robo, pero jamás me lograron comprobar nada, yo no robé a nadie, no sabía que encontrar algo en el mar era un delito".
Una madrugada de septiembre del 2018 el pescador Raúl Hurtado falleció víctima de un infarto, tenía casi 80 años de edad.
Hasta un día antes de su muerte aún se dedicaba a la pesca de pulpos en la playa Norte de Veracruz, sin embargo decía que evitaba la zona donde halló el tesoro azteca que lo volvió no millonario, sino conocido a nivel internacional, pero a pesar de ganar fama Hurtado murió en la pobreza.
Una mañana de agosto del año 1975, a unos 4 o 5 kilómetros de la orilla de la Playa Norte de Veracruz, el pescador Raúl Hurtado hacía inmersiones a pulmón y capturaba pulpos cuando vio un pedazo de "fierro" que surgía de la tierra y brillaba demasiado.
"Lo jalé, vi que brillaba muy bonito, me lo llevé a casa y mis hijos juguetearon con él varias veces y esa fue la primera ocasión, lo tenía tirado en el patio cuando llegó un compadre y lo tomó y me preguntó qué es y me propuso que lo fuéramos a calar", dijo.
Lo llevaron a calar a una joyería que estaba en la avenida Primero de Mayo: "Lo fuimos a calar a una joyería y le dice mi compadre "venimos a calar esto e inmediatamente se metió el empleado y se dilató más de media hora y cuando salió lo hizo todo tembloroso y dijo que era soldadura de bronce y dijo, si quieren yo se los compro", recordó.
Raúl Hurtado dijo que el compadre sospechó por el nerviosismo del empleado y prefirió no vender el lingote, arguyendo que le serviría para soldar.
No fue la única ocasión que Raúl encontró joyas que formaban parte del cargamento de una embarcación colonial naufragada, joyas que más tarde fueron confiscadas por las autoridades y después de un largo proceso judicial se entregaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Son joyas prehispánicas de fina manufactura mixteca que desde 1985 permanecen, al menos eso se cree, en la ciudad de Veracruz.