Veracruz | 2025-06-23
Puede parecer un paso menor. Algo que no se enseña en ninguna parte, pero que muchos han aprendido cuando ya es tarde. Y no se trata de sacar el dinero, ni de recoger la tarjeta. Es más simple que eso: pulsar "cancelar" antes de alejarte del cajero automático. Sí, tan sencillo y tan ignorado. Pero no hacerlo, literalmente, puede abrirle la puerta a un extraño directo a tu cuenta bancaria.
Cada que usas un cajero, incluso si sólo consultas el saldo, se abre una "sesión". El sistema cree que estás ahí, operando. Y aunque saques la tarjeta o tomes el dinero, algunos modelos de cajeros mantienen la sesión abierta unos segundos más.
En ese pequeño lapso, si alguien se acerca —y lo hacen— puede aprovechar y tocar la pantalla. Y ahí estás tú: tu cuenta abierta, tu saldo visible, tal vez hasta tu último movimiento... a merced de un desconocido. Y no, no es una teoría. Ya ha pasado.
Es lo que le dice al sistema: "terminé". Cierra todo y cancela cualquier operación pendiente. No usarlo es como salir de tu correo sin cerrar sesión, pero con tu dinero en juego. Presionarlo no toma ni un segundo. Pero ese gesto puede bloquear cualquier intento de fraude directo desde la máquina. Y no cuesta nada.
El delito también se adapta. Lo llaman "cash trapping" cuando colocan una trampa en la ranura por donde sale el dinero. La máquina dice que lo entregó, pero tú no lo ves. O los "retenedores falsos": colocan algo en la ranura de la tarjeta para que se quede atrapada, y te ofrecen "ayuda". El resto lo puedes imaginar.
Hay cámaras ocultas que graban tu NIP. Hay personas que simulan ser usuarios para observarte. Y está el típico: el que se queda atrás en la fila, mirando, esperando.
En 2023, según datos de la Condusef, más de 4,000 personas denunciaron que los cajeros no les dieron su dinero completo o que aparecieron movimientos que nunca autorizaron.
Y no estamos hablando de zonas rurales o bancos pequeños. Las quejas más numerosas fueron contra BBVA, Banamex y Banorte, que tienen miles de cajeros en todo el país.
Y aunque los bancos tienen sus protocolos, cuando ya se hizo la operación y no se puede demostrar nada, recuperar el dinero puede volverse imposible.
No es paranoia. Es prevención. Pulsar una tecla puede ser la diferencia entre proteger tu dinero o perderlo sin darte cuenta. Una medida sencilla, inmediata y efectiva.