Las Barrancas, Veracruz: un pueblo devorado por el mar

Desde el 2015, el desplazamiento del mar afectó algunas viviendas en la zona de Las Barrancas, Veracruz.

Alvarado | 2025-06-20

Hace 30 años Pioquinto y su esposa llegaron a vivir a Las Barrancas, una pequeña comunidad de unos 350 habitantes ubicada en el municipio de Alvarado, Veracruz.

Por allá del ´95, cuando la señora Linda y él comenzaron a construir su casa, el mar estaba bastante retirado. En 2015, empezó a subir rápidamente, pero nunca pensaron que lo tendrían al pie de su hogar en tan poco tiempo.

Los daños ya son visibles; lo que era su patio ahora son trozos de concretos quebrados y levantados.

Para combatir el avance del agua, Don Pio –como lo conocen en la zona– rodea año con año con restos de palmeras secas y costales de arena el frente y los costados de su domicilio, para que el agua no impacte directamente los cimientos de la construcción.

Pioquinto, habitante afectado de Las Barrancas, Alvarado. Fotos: Yahir Ceballos | IMAGEN DE VERACRUZ

Recostado en su hamaca, Pio explica que constantemente coloca más costales, ya que muchos han quedado enterrados por el rápido avance del mar, pero pone mayor empeño en el periodo de septiembre a octubre, meses en que los frentes fríos son más fuertes y pasan cerca de la costa.

"Ahorita que viene septiembre, por lo menos echo 200 o 300 costales aquí, otros por allá, me rodeo; aparte, pongo llantas, las entierro. Cuando viene el norte, escarba, viene la marejada y se lleva la tierra, va escarbando, y por eso se la tumba por abajo", comenta.

Aunque también puede colocar más piedras para proteger su hogar, esta opción no le conviene económicamente; mientras cada costal le cuesta cinco pesos, una camionada de piedra le sale en 10 mil pesos.

En su momento, Don Pio había conseguido la camionada a mitad de precio, pero en los últimos años señala que el precio se disparó, por lo que prefiere gastar en costales. Además, poner piedras no le asegura mayor protección, ya que, con el tiempo, estas también quedan enterradas.

No obstante, a la orilla de la playa también hay otros hogares con enormes fortalezas de piedra a su alrededor, las cuales, según Osvaldo, pescador que lleva 49 años viviendo en la costa, han terminado afectando.

"Eso también ha afectado, ponen piedras y el mar ahí se rechoca y se pone más feo. Como ellos protegen su terreno, viene para acá y come por este lado", enfatiza.

A un lado de la casa de Don Pio hay escombros de lo que en algún momento fue una vivienda. Lo que antes eran casas coloridas, hoy son pedazos de concreto destruidos por la fuerza del agua, enterrados en la arena húmeda.

La costa que el mar borró

Con un semblante tranquilo, el pescador de 65 años señala que los restos de las paredes azules destruidas –que decidió usar como protección– corresponden a lo que era el hogar de su hijo; la fuerza del mar destruyó la construcción y lo obligó a migrar fuera de ahí.

Hace 10 años, había cerca de 200 metros de playa en Las Barrancas, según relata Julio, un habitante del pueblo. Esta extensa área la utilizaban los pobladores para colocar palapas y negocios de comida, ya que, junto con Playa Zapote –ubicada a 4.7 kilómetros de Las Barrancas–, era la principal zona turística.

Lorenzo, otro pescador del sitio, concuerda con ello: "Antes de Mata de Uva eran Las Barrancas; el turismo de Mata de Uva empezó luego de que pusieron sus escolleras".

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la erosión costera es un fenómeno natural que se origina por la interacción de los procesos climáticos, meteorológicos, hidrodinámicos y sedimentarios con la morfología costera y la batimetría del fondo en la zona cercana a la costa, produciendo un retroceso en la línea de costa.

Con más de 70 kilómetros de costas perdidas frente al mar, el municipio de Alvarado se posiciona como la localidad de Veracruz más afectada por la erosión costera, seguido de Tampico Alto, con 55.2 kilómetros, y Tecolutla, con 39.6 kilómetros, según el documento Recomendaciones de Protección Civil por erosión/sedimentación costera, publicado en 2024.

Julio menciona que, en 2015, Las Barrancas era distinto: "Anteriormente hasta hacían carreras de caballos a Playa Zapote, jugábamos pelota, béisbol, fútbol, se hacían los carnavales... la armada bajaba a vigilar en Semana Santa".

Una vez que el mar empezó a subir, todo desapareció. La playa, que fungía como carretera a través de la cual ingresaban los camiones de turismo –que iniciaban su recorrido desde Antón Lizardo–, el transporte público y las motos, dejó de existir. Ahora, tampoco se pueden hacer largas caminatas sin tocar el agua.

Sentado con su familia, Julio comenta que antes toda la playa estaba llena de casas, debido a la extensa distancia que había entre el mar y la arena; sin embargo, hoy solo quedan escombros y espacios vacíos.

"Tú vas a pensar que ahí no se cayó nada, pero no, es que ya no existe nada, ya está enterrado en la arena", expresa.

La vivienda de Julio todavía no se ve afectada por la erosión, debido a la altura en que está construida y a que está a algunos metros de la costa, pero la preocupación de que en algún momento el agua los alcance está presente.

Hoy en día, algunas casas de Las Barrancas son pedazos de concreto destruidos por la fuerza del agua, enterrados en la arena húmeda. Fotos: Yahir Ceballos | IMAGEN DE VERACRUZ

La obra que cambió a Las Barrancas

En 2013, el entonces presidente Enrique Peña Nieto anunció la ampliación del Puerto de Veracruz, una obra transexenal que pretendía construir 30 nuevas posiciones de atraque y acceso para buques de gran tamaño. Dos años más tarde, arrancó la primera etapa del proyecto.

Justo en 2015, los habitantes de Las Barrancas empezaron a notar cambios y el rápido avance del mar hacia la costa. Julio relata que, a raíz de que taparon el mar y comenzaron la ampliación, el agua buscó salida.

"Allá taparon, hicieron la ampliación y toda esa agua, todo el mar, buscó su terreno de vuelta, pero nos lo arrastró aquí a nosotros", destaca.

Lorenzo y Pioquinto coinciden en lo mismo. Si bien tienen presente que el cambio climático influye en este escenario, no consideran que el incremento desmedido del agua en tan solo 10 años sea el causante de lo que están viviendo actualmente; ellos apuestan por la mano del hombre.

Pio resalta que hubo dos años en los que el mar creció muy rápido: "En esos dos años (el mar) ya había comido como unos 20 metros, un poco más de 20, rapidito, rapidito se lo comió".

De acuerdo con Valeria Cuevas Jáuregui, licenciada en Biología, la erosión costera es un proceso natural que se da por mecanismos como vientos y tormentas, pero el incremento de las actividades antropogénicas está afectando más que los procesos de la naturaleza.

"Con el cambio climático, la temperatura de la Tierra está aumentando; entonces, cuando eso pasa, los glaciares se derriten y por eso aumenta el nivel del mar; este aumento intensifica la erosión", explica.

Pescadores en tierra incierta

La erosión costera que enfrenta Las Barrancas no solo ha afectado las viviendas, también la economía de los habitantes. Así le sucedió a Lorenzo, residente que se ha dedicado toda su vida a la pesca.

"Ya nos estábamos dedicando un poco más al turismo. Éramos alrededor de 15 miembros de mi familia que ya estábamos, cuando menos, uno en la cocina, yo pescando por ahí, otro lavando trastes, y tuvimos que cerrar porque ya no quedó nada", explica.

La comunidad de pescadores se las ha visto duras. Sus lanchas –posicionadas en espacios donde antes había casas habitadas– en el periodo de frentes fríos fuertes tienen que alejarse aún más de la costa, ya que el mar llega a escarbar hasta tres metros, dejando al descubierto las múltiples piedras que se han utilizado para proteger. Además, deben frenar su pesca por las condiciones del clima.

El 28 de marzo, la presidenta Claudia Sheinbaum declaró en la Mañanera del Pueblo que, ante el riesgo de la elevación del mar, los habitantes de Las Barrancas serían reubicados para asegurar su bienestar.

Sin embargo, Lorenzo, quien lleva viviendo toda su vida en esta localidad, no está de acuerdo con ello, ya que le preocupa a dónde los moverán y qué pasaría con su trabajo, pues vive de la pesca.

Para Lorenzo, con esa decisión solo están tomando en cuenta a una parte de los pescadores que sí cuentan con permiso, mientras que a los que son libres –grupo en el que él se incluye– no los consideran.

"Ellos se están basando en 11 permisionarios de los 700 pescadores que somos aquí. A los permisionarios les regalaron un motor y ya los contentaron, ya les firmaron y para ellos ya está todo solucionado; con nosotros no han venido realmente a dialogar", señala.

Protección costera, una deuda pendiente

Según Osvaldo, con el objetivo de que los habitantes de Las Barrancas sean escuchados, desde hace una década han elaborado escritos solicitando ayuda a las autoridades municipales y estatales, pidiendo la construcción de escolleras para que "el mar ya no se ponga tan feo", pero no han obtenido respuestas positivas.

El pescador recuerda que, durante una visita del expresidente Andrés Manuel López Obrador al puerto, aprovecharon para entregarle fotografías, discos y grabaciones que mostraban las condiciones en las que viven. Sin embargo, dice entre risas, con un dejo de resignación, que "parece que esas pruebas terminaron en la basura".

Otra anécdota comentada por Julio es que, hace aproximadamente cinco años, realizaron un plantón en la carretera como forma de exigirle a las autoridades, pero, al igual que en años anteriores, no pasó nada.

Hasta junio de este año, los pobladores de la localidad ya no han realizado más solicitudes, pues están cansados de que nunca los tomen en cuenta. Don Pio considera que la razón de ello es que quieren que desalojen la costa, debido a las supuestas plataformas que pretenden construir en esa zona.

"Por eso no nos hacen nada, ni lo van a hacer. Pero tampoco nos vamos a ir, vamos a estar batallando hasta donde se pueda, vamos a ir hasta donde nos lleve el mar", subraya con determinación.

El municipio de Alvarado se posiciona como la localidad de Veracruz más afectada por la erosión costera. Fotos: Yahir Ceballos | IMAGEN DE VERACRUZ

Entre el discurso y la erosión costera

Cada año, el 8 de junio, el mundo recuerda que sin océano no hay vida. En 2008, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó esta fecha como el Día Mundial de los Océanos, con el propósito de valorar su papel esencial para la humanidad.

El océano no es solo una vasta extensión de agua salada; es el corazón líquido del planeta. Cubre cerca del 70 por ciento de la superficie terrestre y, sin él, la Tierra no sería habitable.

Este planeta oceánico, que alberga a más de 200 mil especies identificadas, desempeña un papel fundamental en la regulación del clima. Cuevas Jáuregui señala que el océano regula la temperatura de la Tierra debido a que absorbe el calor que genera el efecto invernadero.

La erosión costera es una advertencia que hace la naturaleza; sus aguas están reclamando el territorio que se ha desprotegido.

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