Veracruz - Boca del Río | 2023-01-03
Desde hace 40 años Gilberto Bruno Capula, viene a Veracruz a vender sus juguetes de madera artesanales mexicanos, oficio que su familia ha desarrollado desde hace muchas generaciones.
“Mi familia se ha dedicado por varias generaciones a la fabricación de juguetes de madera, ya desde que nací mis padres ya eran artesanos y esto oficio ha sido heredado de generación en generación”, manifestó.
Originario del Estado de México, el artesano se ve afectado por el calor de este primer día de haber instalado su puesto en el estacionamiento de Reino Mágico, sin embargo, muy atento se dispone a platicar sobre su estancia en estos días previos al 6 de enero.
“Realmente el juguete de madera tiene poca demanda porque los chinos son los que nos han desplazado con sus juguetes electrónicos, pero gracias a Dios aún se vende algo”, dijo.
Entre los juguetes tradicionales que más se venden se encuentran el balero el yoyo, el trompo y la pirinola, reconoció.
Sin embargo, dijo que ahora han tenido que innovar en cuanto a juguetes tradicionales hechos de madera.
Por ejemplo, han creado una pirinola llamada el Beyblade mexicano, al que se le tiene que jalar una cuerda para que la pirinola salga disparada dando giros.
Para las niñas se encuentran juguetes de madera para acondicionar las casitas de las muñecas que van desde salitas, tocadores, cocinitas roperos, recámaras, comedores, porta retratos, una amplia gama de accesorios.
También cuentan con juguetes de madera didácticos para los pequeños de kinder y primaria, además de los instrumentos musicales como los tambores, xilófonos y guitarras, entre otros.
Para fomentar el ahorro también cuentan con alcancías en forma de pipas de Pemex.
Entre los artículos más caros trae unos columpios de madera que son para dos niños, que cuestan 1800 pesos, además pupitres para hacer la tarea en 400 y 500 pesos.
Si usted aún anda en busca de un juguete único y especial, seguramente don Gilberto lo tiene, pues entre toda su juguetería artesanal hay piezas únicas y hermosamente talladas, al grado que uno de los clientes exclamó que no podría aventar al suelo un trompo tan bonito, para no maltratarlo, por cierto, a precios muy accesibles desde 50 pesos.
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