Veracruz | 2023-10-09
En el corazón de la ciudad de Veracruz se encuentra uno de los edificios con mayor riqueza histórica y cultural, en donde el presidente Benito Juárez, entre los años 1858 y 1860 promulgó las Leyes de Reforma, con las que se nacionalizaron los bienes eclesiásticos y separó a la Iglesia del Estado mexicano.
Asimismo en este lugar se encuentra la tumba de doña Ángela Cortés y Arellano, bisnieta del conquistador Hernán Cortés.
Sin embargo en la actualidad, el inmueble alberga al Museo del Recinto de la Reforma, el cual cuenta con cuatro salas, en las cuales se exhiben las estatuas de destacados personajes liberales de la época: Benito Juárez, Ignacio de la Llave, Miguel Lerdo de Tejada, Santos Degollado, Juan Antonio de la Fuentes, Manuel Gutiérrez Zamora, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto y José María Mata.
El museo también muestra un documento con la historia del periodo de Reforma, así como las biografías de los personajes que intervinieron en ese momento histórico de la vida de nuestro país.
El hoy museo del Recinto de la Reforma fue construido con piedra “múcara”, que es el coral marino extraído del mar.
A lo largo de su historia el edificio ha tenido varios usos, primero fue el Convento de San Francisco de Asís, que se destacaba por su torre de 34 metros de altura que en aquellos años estaba a la orilla del mar. Más tarde sirvió como hospital y durante mucho tiempo albergó a la Biblioteca del Pueblo.
En 1968 se restauró y se convirtió en el Museo Reciento de la Reforma para albergar los monumentos de personajes destacados de ese periodo, ya que fue allí donde el presidente Benito Juárez promulgó las Leyes de Reforma.
Durante las obras de remodelación (1968), resurge la inquietud al descubrir la tumba de Ángela Cortés de Arellano, bisnieta del conquistador Hernán Cortés.
Incluso 40 años después de estas labores, y debido a las fracturas provocadas por algún asentamiento de la tierra, se retomó el interés por conocer la historia de este personaje a mayor profundidad.
El historiador veracruzano Miguel Salvador Rodríguez Azueta ha sido de los pocos que ha seguido la huellas de Ángela Cortés, indagando acerca de su origen.
“En primer lugar, saber más acerca de Ángela Cortés generaría una amplia investigación de lo que quede de los restos, si es que los hay, porque existe la posibilidad que sólo sea una tumba vacía que cambió de lugar, eso es importante conocerlo.
“Y, en segundo lugar, si se llegara a conocer más información sobre este personaje, desencadenaría otras acciones en beneficio de la cultura y el turismo en nuestra ciudad, generando un mayor atractivo para los visitantes al Centro Histórico de Veracruz, que indudablemente posee los recintos más importantes de América Latina”, señaló Rodríguez Azueta.
Las investigaciones de Miguel Salvador Rodríguez Azueta le han permitido desarrollar el árbol genealógico que explica el origen de Ángela Cortés, iniciando por la concepción de Martín Cortés Tenepal, cuyos padres fueron Don Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano y Doña Marina Tenepal (La Malinche).
Posteriormente, Don Martín Cortés Tenepal contrajo matrimonio con Bernardina de Porres y procrearon a Ana María Cortés, quien se casó con Juan Bautista de Hermosillo y Ugunchoni, procreando a Juan, Jerónimo y Ana María Cortés de Hermosillo.
“Siguiendo con este ‘hilo conductor’, encontré que Jerónimo se casó con Magdalena del Castillo, y de esta unión nació Ángela Cortés de Arellano, quien el 11 de mayo de 1631 se casó con Lorenzo de Córdoba y Zúñiga, caballero de la orden de Santiago.
“Después de ello, la familia Fernández de Córdoba Cortés fincaron su residencia en la Nueva Veracruz y el 18 de junio de 1663, fallecía doña Ángela, siendo enterrada en el convento de los frailes Franciscanos, hoy recinto de la Reforma”, agregó el historiador.
Marina fue la intérprete de Cortés, nació en la provincia Azteca de Coatzacoalcos al sur de México cerca de 1505 (los historiadores no precisan la fecha exacta, se dice que nació entre 1502 y 1505), murió en 1527 víctima de la epidemia de la viruela. Conocida como Marina, Doña Marina, Malinche, Malintzin o Malinalli Tenepal.
Se dice que Marina viajó en cautiverio desde su región natal de habla náhuatl a las regiones de habla maya en Yucatán, donde aprendió dicha lengua. Cuando Hernán Cortés llegó a Tabasco en 1519, derrotó al cacique de Tabasco y Marina junto con 19 otras jóvenes fueron dadas a Cortés el cual aprovechó las facultades lingüísticas de Marina para asegurar su propia posición social. Hay evidencia de que, una vez que se alineó con la causa española, fue totalmente leal a Hernán Cortés, a pesar de las múltiples oportunidades que tuvo para traicionarlo.
Marina, la esclava, resultó ser indispensable para Cortés lo acompañó como su intérprete y se convirtió en su persona de confianza, su consejera, su amante, llegó a ser conocida como la mujer del capitán.