El antiguo penal de Allende en Veracruz: purgatorio y "pueblito" de Mel Gibson

Al penal Ignacio Allende tomó años, casi una década, erigirlo ex profeso como prisión en pleno porfiriato

Veracruz | 2022-09-07

La cárcel que se ubica en la avenida Ignacio Allende entre Hernán Cortés y Francisco Canal, en pleno centro de la ciudad de Veracruz y apenas a dos calles de la zona de mercados, se construyó en pleno gobierno de Porfirio Díaz, cuando México estaba afrancesado y se erigieron edificaciones con un aire y reminiscencias neoclásicas.

Los trabajos iniciaron en la transición del siglo 19 y el 20, y la penitenciaría se inauguró en 1908, ya en el siglo 20, hace 114 años.

En esa época Porfirio Díaz le dio mucho auge a la ciudad de Veracruz, consciente de su importancia en la vida nacional, de ser la ciudad más importante en todo el estado de Veracruz, la puerta de entrada y salida, por la que años más tarde él mismo partiría hacia el exilio en Francia, del cual nunca volvería.

Pasaron las décadas, el siglo 20 terminó y con él, el milenio.

Durante décadas esa cárcel se convirtió en vivienda y casi tumba de muchos reos condenados a largas sentencias que no terminaban porque aparecían muertos y los sacaban, quizás para darles cristiana sepultura en el panteón o en el peor de los casos, para arrojarlos como fardos en la fosa común, sin nadie que rezara por el descanso de su alma.

Miles de historias se tejieron en su interior, desde hombres que llegaron ahí acusados de fraudes, robos, violación y asesinato; hasta mujeres levantadas en razzias en antros de vicio o las que cometieron homicidio ya sea por venganzas o por situaciones extremas.

La cuerda

Ya en el siglo y el milenio siguiente, durante la gubernatura de Fidel Herrera Beltrán en Veracruz, el cineasta Mel Gibson enarboló el proyecto para filmar la película que se llamaría ‘Cómo pasé mis vacaciones de verano’, también presentada como ‘Atrapen al gringo’.


Una noche de viernes, en enero del año 2010, último año de la administración de Fidel Herrera Beltrán como gobernador, se realizó una ‘cuerda’ o desalojo masivo de 960 reos del Penal Ignacio Allende.

Por ser una ‘cuerda’ no hubo anuncio y cerca de las 10:00 de la noche quienes caminaban por la avenida Allende observaban sorprendidos la movilización que no pudo pasar inadvertida por la presencia de patrullas, elementos uniformados y las luces de las torretas.

Al día siguiente los caminantes miraban sorprendidos un edificio sin el ajetreo diario, sin abogados litigantes sentados en sus afueras y sin vendedores ambulantes.

Y corrió el rumor confirmado, de hecho, por los medios de comunicación.

El gobernante justificó la acción con el argumento de que le llegó información alusiva a que grupos de la delincuencia organizada llegarían al edificio para llevarse por la fuerza de las armas a algunos presidiarios con quienes saldarían cuentas.

Al parecer, nadie le creyó.

Los reclusos fueron trasladados a cárceles lejanas, en municipios como Tuxpan, y Coatzacoalcos, lo que les privó del derecho a ser visitados por sus familiares.

Y aunque en los primeros fines de semana el gobierno del estado puso autobuses para trasladar a los familiares, el gusto no les duró ni un mes.

Adentro quedaron presos los fantasmas de reos y reclusas, de niños nacidos en prisión sin haber cometido delitos, de personas que fueron privadas de la vida en riñas con otros internos.

Y esa cuadra en la avenida Ignacio Allende se convirtió en punto peligroso y propicio para los delincuentes, quienes pueden esconderse tras los árboles y un cajón construido hace décadas y que se presta para que allí lleven por la fuerza a una persona para asaltarla, abusar de ella o matarla.

Rechazado

El antiguo Penal Allende se convirtió en apátrida. A nadie le interesó.

El 22 de noviembre de 2010 el cabildo de Veracruz, entonces encabezado por Jon Rementería Sempé, aprobó donar el inmueble al gobierno federal, y a cargo quedaría el Instituto Nacional de Antropología e Historia para instalar un Centro de Interpretación del Patrimonio Cultural Veracruzano.


No se consolidó porque faltaba la autorización del Congreso del Estado.

En abril de 2011, ya con Carolina Gudiño Corro como alcaldesa de Veracruz, la LXII Legislatura Local autorizó al cabildo porteño a donar el inmueble de 15 mil 745 metros cuadrados al Instituto Nacional de Antropología e Historia. Y en abril de 2012 la munícipe formalizó la donación.

Personal del INAH se apersonó en el edificio y realizó algunas labores de limpieza, pero nunca tomó posesión formal del inmueble.


En el año 2015 el cabildo de Veracruz, ya con Ramón Poo Gil al frente, aprobó la revocación del acuerdo del año 2012.

El Penal Allende volvía a quedar a la deriva.

Cabe señalar que, al no haber sido construido antes de 1899, el inmueble no se considera monumento histórico ni está bajo el resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, sino del Instituto Nacional de Bellas Artes por ser un monumento artístico.

Abogados

En todos estos años los abogados de la ciudad de Veracruz se han pronunciado por la construcción de un reclusorio en donde las personas sujetas a proceso puedan estar en condiciones de dignidad.

Por ahora a las personas detenidas se les lleva al ‘Penalito’ de la avenida Rafael Cuervo, pero no tiene las características apropiadas y las personas quedan en la incomodidad, sobre todo las mujeres.

Y aunque algunas voces dicen que no es un hotel, los abogados remarcan que tampoco es una penitenciaría como tal y urgen a construir un espacio digno y acorde a los derechos humanos.

Ahora que pasará al control de la Universidad Veracruzana, la comunidad académica y artística tendrá que pronunciarse al respecto.

/pn

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