Gregorio no solo le robó juventud a Vianey, también la vida

Oluta | 2022-04-23 | Santos López Celdo

Surgida de una familia de nueve hijos, de los cuales ella era una de las mayores, Iveth Vianey decidió dejar su hogar a los 13 años, seducida por un vendedor de aguas con una edad de más de 30 años mayor que ella.

Gregorio, dedicado a la venta de agua y procedente de un fracaso matrimonial debido a sus excesos en violencia contra su pareja, había decidido volver a formar un hogar con una jovencita de tan solo 13 años de edad, a quien decidió llevarse bajo una promesa de que viviría mejor que lo que lo estaba haciendo con su madre y la pareja de ésta, el taquero Gonzalo Pérez Santos que había decidido adoptar a los nueve hijos.

Desde niña Iveth Vianey se dedicaba a ayudar a su madre en diversas labores, como vendedora de tortillas, actividad que su madre también realizaba al grado de ser bautizada como Juana la Tortillera.

Doña Juana De Dios Vázquez intentó persuadir a su hija de irse a vivir con un hombre que le triplicaba la edad. Pero la niña, enamorada y posiblemente obligada a querer superar la pobreza en que vivía, decidió cambiar de hogar sin saber que ese nido de amor sería su tumba.

Iveth Vianey era una joven trabajadora. Lo mismo laboraba como auxiliar en una tortillería como en la taquería de su padrastro, Tacos Chalos, ubicado en la calle Ignacio Zaragoza esquina Enriquez del Barrio Cuarto de Oluta.

Don Gonzalo Pérez recordó que en varias ocasiones la muchacha llegada con signos de haber sido maltratada. Moretones en el cuerpo delataban la vida que llevaba pero que se negaba a suspender.

Se le dio el respaldo en varias ocasiones, la confianza, dijo don Gonzalo, tratando de evitar que se llegara a la tragedia actual.

La joven, hasta este viernes, de 22 años de edad, era becaria del programa Jóvenes construyendo el futuro y por eso laboraba en una tortilleria del mismo barrio Cuarto, frente a la taquería de su padrastro. Su amasijo, Gregorio, de 57 años de edad, ya no trabajaba y se dedicaba a embriagarse con el dinero que el gobierno le daba a la joven y con lo que ganaba en los dos trabajos que tenía.

Materialmente ella sostenía el hogar donde vivían, en la calle José María Morelos. Sus vecinos nunca notaron que ella fuera víctima de maltrato, solo la veían salir en dirección a sus dos trabajos todos los días. Salir temprano y regresar tarde.

“En una ocasión, cuando faltaba aun para salir, ella recibió una llamada y rápido se puso nerviosa y dijo que ya se iba, era porque el hombre le estaba llamando y era muy celoso, la quería tener puntual” dijo su padrastro, don Gonzalo.

La pareja dispareja en edad, no tuvo hijos afortunadamente.

El viernes notaron su ausencia. No se había presentado a laborar en la taquería ni en la tortillería. Su madre aseguraba que estaba desaparecida porque no la había visto todo el día ni tampoco le respondía las llamadas. Un primo de la joven llegaría a la taquería por la noche a pedir que doña Juana fuera a verla a su casa y ahí se encontraron con el cuadro dantesco. La muchacha en medio de una gran mancha de sangre y sobre ella, el cuerpo de su victimario, igual, ensangrentado. La víctima, ya sin vida, El, supuestamente agonizando, pero no, solo estaba demasiado ebrio y la herida en su cuello no puso nunca en peligro su existir. Se encuentra en el hospital de Oluta, ya está estable aseguran médicos del nosocomio y se encuentra bajo custodia de elementos de la Policía Ministerial del Estado. La Fuerza civil de la Secretaría de seguridad pública del Estado lo puso a disposición de la Fiscalía local.

Hasta las 13 horas de este sábado el cuerpo no había llegado a la calle Juan de la Luz Enríquez, del barrio tercero de Oluta, hogar de su madre doña Juana la Tortillera, porque el cadáver fue trasladado hasta Cosoleacaque y al igual que el resto de las víctimas de muerte violenta, tardan en ser entregados a sus familiares. En ese domicilio seria velada y el domingo, sepultada en Villa Oluta.

Su padrastro informó que vecinos, amistades y familiares de la difunta han estado colaborando económicamente para reunir lo necesario para solventar los gastos funerarios. La casa donde vivió la pareja, se encuentra clausurada con cintas amarillas colocadas por la Policía Municipal.

Con IVeth Vianey ya son tres los hijos que pierde doña Juana, los otros han sido por enfermedad. Le quedan solo seis con vida.

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