Guerrero | 2021-11-08 | Judith Sánchez Reyes
En la región de La Montaña de Guerrero la pobreza está a la vista, cuando se logra llegar a una de esas comunidades que la conforma viene a la cabeza la pregunta ¿cómo sus pobladores pueden vivir en esas condiciones? y ¿qué hacen para lograrlo?, pues sus caminos sufren la recurrente presencia de la naturaleza, sobre todo, en tiempo de lluvia, lo que dificulta a sus habitantes el poder transitar para comprar alimentos en poblados cercanos o trasladar a sus enfermos.
Maruca Villanueva, oriunda de Metlátonoc, expresa que cada día es más difícil tener alimento en la mesa, pues, aunque el clima de esa zona es propicio para cultivar frijol, arroz, maíz y algunos vegetales para su autoconsumo, por su ubicación geográfica el hecho de que llueva con más fuerza cada año los cultivos se ven afectados al no estar sembrados en zonas planas.
Pero más allá de lo que se puede hacer en el campo, la falta de otro tipo de trabajo mejor remunerado y que no dependa de los fenómenos naturales, ha orillado a que sus habitantes vivan en condiciones complicadas, por lo que los hombres emigran a otros municipios de Guerrero o los colindantes en Oaxaca o Puebla, o de plano se encaminan a buscar el “sueño americano” en el vecino país del norte, dejando su tierra y su familia.
En días pasados Maruca estuvo expectante ante la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que buscaba encontrar la oportunidad de pedirle construya un hospital para la mujer, ya que en los últimos años muchas de ellas han perdido la vida por falta de atención médica, sobre todo, durante la etapa del embarazo y el alumbramiento.
Que lleguen peticiones a la gobernadora
La carretera que conecta Metlátonoc con Tlapa de Comonfort de manera recurrente presenta socavones y en tiempos de lluvia los derrumbes truncan el tránsito, aunado a que son tres horas de camino.
“Muchas se han muerto porque no hay doctores aquí, y luego cuando llegan a Tlapa, al Hospital de la Madre, no las quieren atender, porque no todas son de alto riesgo, entonces necesitamos que haya doctores que las atiendan siempre y aquí, porque muchas ni siquiera llegan a recibir atención”, comenta.
Maruca tiene cuatro hijos, tres niñas y un varón, todos cursan el nivel básico de educación, por lo que salió a relucir otra demanda para el presidente de la República y la recién nombrada gobernadora Evelyn Salgado: enviar más maestros a esa comunidad guerrerense, debido a que hay ciclos escolares en donde no hay maestros en las aulas, situación que con la pandemia por Covid-19 se agudizó. En la secundaria, por ejemplo, desde hace cinco años no hay maestros de todas las asignaturas.
“Quisiéramos que siempre haya maestros. Ahorita, por ejemplo, no hay maestros de inglés ni artes en la secundaria y los maestros en la primaria se turnan para dar clases en los diferentes grupos, eso hace que no aprendan bien”.
Si bien Ofelia, la hija mayor de Maruca, está cursando el segundo grado de secundaria, dijo sentirse entre la espada y la pared: enviarla a otro municipio para que curse el nivel Medio Superior, ya que en Metlátonoc solo hay un kínder, una primaria y una secundaria, o truncar su vida académica, y sólo cuente con los conocimientos básicos: leer, escribir y “hacer cuentas”, para que le ayude a atender la tienda que logró montar en la entrada de Metlátonoc, con las remesas que le envió su esposo desde Estados Unidos.
De ese negocio familiar, en el que además de ofertar abarrotes también ofrecen internet comunitario, salieron los recursos para construir una casa y se da la manutención de su familia, aunque no es suficiente.
‘Sembrando Vida’
Por eso, desde hace un año, Maruca buscó ser beneficiaria del programa federal ‘Sembrando Vida’ y así recibir cuatro mil quinientos pesos mensuales (aunque la cifra oficial es de cinco mil pesos), de los cuales 500 pesos los destina a una cuenta de ahorro, y con eso, refiere, ha podido a sobrellevar la crisis económica generada por la emergencia sanitaria por Covid-19.
“Sin ese programa, no hubiéramos podido hacer nada, porque aquí no hay otra cosa qué hacer. Gracias a eso, cada ocho días voy a limpiar mi parcela y siembro semillas de manzana y durazno, nativos de aquí. Los capacitadores nos enseñaron a seleccionar la tierra para la siembra y a hacer composta con hojarasca y cascara de cosas que comemos. Yo le agradezco mucho al presidente, porque sí está apoyando mucho a la gente pobre”.
De igual manera, Gisela Rentería Díaz, quien tiene una pequeña lonchería a la entrada de San Luis Acatlán, la visita del presidente López Obrador representó mucho, pues eso quiere decir que “está dispuesto a conocer lo que vivimos acá en este lado de La Montaña”.
“Llevo toda mi vida aquí, presidentes han llegado, presidentes se han ido y nunca se dignaron venir a esta tierra y aunque no lo voy a ver de frente, sé que viene a ver cómo ayudarnos”.
Detrás del fogón y torteando la masa, relata que durante la pandemia “mataron el hambre”, con tortillas, frijoles y arroz, y recolectaban lo que se da en sus patios traseros, como chile y jitomate, “al menos para salsa y darle sabor a la comida y hacer uno que otro guisado, con lo que podíamos conseguir con los vecinos”.
Becas de gran ayuda
Este modesto restaurante, donde las tortillas a mano y la salsa molcajeteada es imperdible, es atendido por dos mujeres más, Luz y Paty, una se encarga de freír la carne, sea pollo, cecina natural o carne enchilada y otra más joven que prepara la guarnición que lleva cada platillo, quienes al principio se cohíben en la plática, pero después deciden compartir su opinión secundando lo que dice Griselda sobre la importancia de que el gobierno en turno haya otorgado a sus hijos y hermanos con las Becas de Educación Básica para el Bienestar “Benito Juárez”, pues con ello unos lograron terminar la secundaria y viajar a Acapulco para continuar estudiando y otros están por terminar la primaria.
Aunque lo que más reconocen es el apoyo económico hacia las personas de la tercera edad, cuyos beneficiarios son sus padres y/o sus abuelos, quienes realmente es con lo único que cuentan para “medio vivir”, “si para nosotros es difícil, para ellos más, así que esos ‘pesos’ son para sus medicinas y para que puedan comprar otras cositas”.
Estas tres mujeres de San Luis Acatlán esperan que la gira de trabajo de López Obrador sea para marcarle línea a la gobernadora y se ponga atención en los caminos, en el equipamiento para las escuelas y se comience a diseñar el plano para la construcción de un hospital.
Pero para Margarita, dueña del restaurante La Paz, en Metlátonoc, el que el presidente de la República haya realizado una gira por esa zona noreste de Guerrero no tiene trascendencia alguna; ya que seguirá levantándose de madrugada para preparar el menú, como todos los días, y esperar a que haya clientela que atender.
“La visita el presidente no quita el hambre”.
Esta mujer de no más de 50 años, de cara sombría y tono malhumorado, dijo que fue dada de baja en los programas que otorgaba la anterior administración federal que, a pesar de tener siete hijos menores de edad que están estudiando, no ha podido recibir las becas que le corresponden a cada uno de ellos.
“Me traen vuelta y vuelta, primero me piden unos papeles, voy, y luego me dicen que me falta otro y, así ya pasaron dos años y yo he salido adelante, sola, pues el que era mi esposo me dejó por otra, ni por eso he podido tener esa ayuda para mamás solas”.
Sus demandas
Griselda Flores acompañaba a un grupo de mujeres del pueblo de Yuvinani, quien tradujo lo que en Tu’un sav, una de ellas quería solicitarle al presidente.
“Queremos que haya agua para tomar; más escuelas para que los jóvenes no tengan que salir de nuestro pueblo, construyan un hospital y que pavimenten el camino hacia Coicoyan de las Flores Oaxaca”.
La fotografía de una de ellas, que no quiso dar su nombre por sentirse cohibida, que buscó descanso en el suelo, junto de sí uno de sus hijos y el otro lo cargó en sus piernas, refleja la cruda pobreza que se vive y se respira en esta zona.
Todas estas mujeres, solas por elección o por una situación circunstancial, enfrentan la pobreza como pueden y con las herramientas que cuentan.
Por eso, para ellas, la fuerte lluvia y el frío no fueron impedimento para compartir, por primera vez, sus carencias al presidente de México, pues eso significa una esperanza de darle un giro a la vida que se vive en La Montaña de Guerrero.