Ciudad de México | 2022-04-05 | Milenio
El tráfico ilegal de animales de origen mexicano con destino en China va en ascenso, gracias a la operación de grupos criminales que han decidido lucrar con el mercado chino y la demanda de especies endémicas que son utilizadas en Asia como medicamentos tradicionales o platillos de alta cocina en mercados de distintas ciudades, como Hong Kong.
Entre otras especies, traficantes chinos solicitan de sus socios en México especies como el dragoncito de labios rojos, mejor conocido como “Dragoncito de la meseta de Chiapas”, así como la tortuga de barro de Vallarta y la de Jalisco, además de miles de aletas de tiburón, pepinos de mar, langosta, camarón, almejas, ostras, medusas así como la corvina blanca.
Estas y otras conclusiones forman parte de una investigación especial dada a conocer esta semana por el Instituto Brookings de Estados Unidos, cuya autora, la especialista de seguridad nacional Vanda Felbab-Brown, advirtió que los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) y algunos locales como el de San Felipe y Santa Clara en Baja California ahora abastecen la demanda china y ya entraron en la caza furtiva y tráfico de productos marinos no regulados o recolectados ilegalmente vendidos.
Testimonios recopilados por Felbab-Brown refieren que en Baja California Sur el actor criminal dominante es el CJNG, mientras que en las pescas de Ensenada-Rosarito en Baja California se ejecuta por ambos cárteles para extorsionar la pesca deportiva y la venta de pescado a los restaurantes y hoteles mexicanos así como los envíos de producto marino a mercados chinos y estadunidenses.
Así, se estimó en la investigación, el narco mexicano aprovecha la falta la aplicación significativa de una ley ambiental, las capas de corrupción y los esfuerzos fallidos para identificar los sustentos legales de los cazadores de las especies, para operar de dos maneras: la primera con una simple cuota de extorsión a los pescadores y actores en el proceso; y en segunda vertiente con la compra, transformación y comercialización de especies con mayor valor como el abulón, la langosta, la almeja del pacifico, el callo de hacha, y la corvina.
Dentro del territorio nacional, “los pescadores son forzados a vender la pesca a los grupos criminales, a quienes indican, cuanto pueden pescar” aseguran testimonios recolectados por la especialista. Ya en las plantas procesadoras, incluso obligan a que se procese el pescado que los grupos criminales brindan y a su vez, obtienen compradores como restauranteros y empresas que únicamente pueden consumirle al narco.
Aquellas que se niegan sufren de asesinatos de empleados y la quema de las plantas transformadoras. En el estudio, de 50 cuartillas, se explica que para llegar al mercado asiático, los cárteles compran los permisos emitidos por Conapesca para la almeja y otras especies. El cartel se encarga de que la pesca esté recolectada, lavada y con los permisos gubernamentales necesarios, “previniendo que nadie más lo haga”, para enviarse fuera de México. En algunos lugares como Baja California, Sonora y Sinaloa, los grupos criminales les pagan a los pescadores de pequeña escala con drogas como metanfetaminas, en lugar del dinero, lo que crea un problema de salud publica pues se vuelven usuarios.
En otros casos, los grupos criminales contratan pescadores para participar en la pesca ilegal de alguna localidad en México en específico. Para asegurarse la monopolización de la venta, cuentan con halcones en las comunidades que verifiquen que no se venda la mercancía a otros grupos criminales o usuarios.
En la fase final, los grupos criminales establecen un camino de transporte con núcleo y rutas en lugares como San Carlos, en Baja California, y del Norte de Baja California Sur a Ensenada, Rosarito, Mexicali y Tijuana donde el narco cobra tarifas a los camiones que transportan el producto.
El reporte advierte que la conexión entre los grupos criminales y el comercio chino se ha ido expandiendo pues los cárteles ponen en contacto directo del producto de los pescadores para que llegue al mercado chino.
De tal forma, que sea el cartel quien negocie y no se les permita a los pescadores un negocio por cuenta propia. Para completar el fin, cuentan con depósitos de productos marinos, como por ejemplo de la corvina, para mover la mercancía en distintas ciudades de la República como Cancún, San Luis Potosí, Monterrey y la capital previa a enviarse a Estados Unidos o China.
“Los grupos criminales mexicanos ahora operan desde el principio y tratan con comerciantes chinos para capitalizar nuevos productos del mar muy deseados en el mercado chino”, precisa Felbab-Brown.
Por ejemplo, por un pepino de mar que vale un dólar en un mercado convencional, en el mercado de Hong Kong puede comerciarse hasta por 70 dólares. De tal forma que “más allá de hacer lucrativo el comercio ilegal, los enormes márgenes permiten ocultar dinero ilícito”, se advierte.
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