| 2024-03-10
La medicina con perspectiva de género implica reconocer y considerar las diferencias de género en la presentación y diagnóstico de enfermedades, así como entender su impacto en la eficacia de los tratamientos médicos, por lo que es crucial impulsar su integración afirmó el especialistas del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía "Manuel Velasco Suárez".
Diversos determinantes sociales, como nivel socioeconómico, grupo étnico, seguro médico o el género afectan el acceso a los servicios de salud.
En relación con las enfermedades neurodegenerativas, es necesario considerar que los síntomas pueden variar y que los tratamientos deben ser personalizados. Respecto a la enfermedad de Alzheimer, las mujeres tienen mayor prevalencia debido a la mayor esperanza de vida y a factores hormonales que propician depresión y ansiedad. Además, tres de cada cinco cuidadores no remunerados de personas con este padecimiento son mujeres.
En cuanto a la enfermedad de Parkinson, que afecta por igual a hombres y mujeres, ellas por lo general asisten solas a consultas médicas y muchas viven en solitario, lo que puede resultar en atención de menor calidad en comparación con sus contrapartes masculinas.
Asimismo, las mujeres tienden a ser infradiagnosticadas, experimentan la enfermedad de manera diferente a los hombres y reciben menos apoyo social, lo que impacta en el diagnóstico y tratamiento, limitando su acceso a opciones avanzadas como la estimulación cerebral profunda.
Resultados preliminares de un estudio realizado en países hispanoamericanos revelan que 91 por ciento de los cuidadores de personas con Parkinson son mujeres, principalmente esposas e hijas.
Las mujeres que viven con Parkinson tienen menos años de educación y experimentan mayor gravedad en síntomas no motores, en comparación con los hombres, lo que contribuye al impacto negativo significativo en la calidad de vida de una de cada cuatro mujeres con el padecimiento.
La implementación de la perspectiva de género en la atención médica es esencial para garantizar equidad y calidad adecuadas a todas las personas usuarias. Además, es crucial reconocer que la práctica médica debe ser incluyente y respetuosa.
Para lograr esto, es fundamental que las personas profesionales de la salud reciban capacitación integral que aborde las características biológicas, psicológicas y sociales de las personas, sin importar el género con el que se identifiquen.
Solo a través de un enfoque incluyente y educativo podremos avanzar hacia un sistema de salud que responda de manera efectiva a la diversidad de las experiencias de salud de todas las personas, contribuyendo así a una sociedad más justa y equitativa.