| 2025-01-07
La rosca de reyes es uno de los eventos tradicionales que invitan a los amigos, familias o compañeros de la oficina a convivir cada 06 de enero, sin embargo, muchas personas al partir su pedazo se percatan que trae dentro una figurita que se asemeja a un muñequito.
Por lo que, si al partir la Rosca de Reyes te salió el Niño Dios, seguramente ya estás preparando los tamales para compartirlos en casa, en la escuela o en la oficina. Esto es parte de la celebración del "Día de la Candelaria", una tradición en México que tiene lugar cada 2 de febrero, cuando las familias se reúnen para disfrutar de tamales acompañados de atole o café.
Esta costumbre se relaciona con la festividad cristiana de la Candelaria, que se lleva a cabo cuarenta días después de Navidad, conmemorando la presentación de Jesús en el templo. Sin embargo, la tradición de comer tamales en esta fecha tiene raíces más antiguas, que se remontan a tiempos prehispánicos.
La festividad de la Candelaria tiene su origen en la isla de Tenerife, en las Canarias. Una leyenda cuenta que un tronco con la forma de una mujer cargando a un niño apareció en el mar. Al intentar golpearlo con piedras, unos niños sufrieron heridas que se curaron milagrosamente cuando llevaron el tronco a la isla.
Se interpretó como una aparición de la Virgen, a quien se comenzó a venerar como la Virgen de la Candelaria, asociada a la luz y el fuego, símbolos de purificación en la tradición cristiana.
Según la tradición mexicana, quienes encuentran al muñeco en la Rosca de Reyes, que se parte el 6 de enero, deben ofrecer tamales el 2 de febrero. Aunque parece una práctica vinculada al cristianismo, su origen va mucho más allá, enlazándose con las tradiciones prehispánicas.
El tamal, hecho con masa de maíz y rellenos variados como carne, chiles o vegetales, era un alimento esencial en las civilizaciones indígenas. Se utilizaba en ceremonias y rituales, ya que el maíz era considerado un alimento sagrado. Con la llegada de los españoles, muchas de estas prácticas se fusionaron con elementos de la religión cristiana, creando un sincretismo cultural único.
El 2 de febrero también coincide con antiguos rituales agrícolas del maíz en el calendario azteca, marcando el cierre de un ciclo y el inicio de otro, en el que se pedía por cosechas abundantes.
La tradición de los tamales en esta fecha simboliza más que una festividad religiosa. Es una mezcla de herencia cultural, celebración de la fertilidad y renovación, y una muestra de cómo las tradiciones indígenas y cristianas han coexistido a lo largo del tiempo. Así, el tamal no es sólo un platillo, sino un testimonio vivo de la unión entre dos mundos y de la riqueza cultural que define nuestra identidad.
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