| 2024-11-10
¿Te ha pasado que, tras un baño o un día en la piscina, tu perro sale corriendo, se sacude, y te empapa por completo? Puede parecer solo un capricho de tu mascota, pero este instinto tiene un trasfondo neurológico sorprendente que un grupo de científicos acaba de desentrañar. Esta conducta tan peculiar y extendida en el reino animal va mucho más allá de un simple "sacudón".
Científicos de la Universidad de Harvard estudiaron el fenómeno para entender qué lleva a los perros y otros mamíferos a sacudirse bruscamente cuando sienten agua en su pelaje.
Resulta que la acción es provocada por unos receptores nerviosos llamados C-LTMR, que responden no solo al agua, sino también a otros elementos potencialmente irritantes que el animal percibe en su cuerpo.
Estos C-LTMR actúan como un sistema de defensa, activando movimientos de sacudida cuando detectan gotas de agua, insectos o incluso alguna partícula extraña.
En el caso de los ratones, que también se sometieron a pruebas en el laboratorio, estos receptores hicieron que reaccionaran como "perros mojados", incluso cuando no tenían nada en el lomo, gracias a la estimulación de estos nervios mediante luz.
Lo interesante es que este reflejo de "sacudida" no es exclusivo de los perros. Otros mamíferos peludos como los osos, leones y gatos también exhiben esta reacción.
Se cree que estos movimientos ayudan a deshacerse de parásitos o de cualquier elemento molesto, protegiendo así su salud e integridad. Una especie de mecanismo de autolimpieza natural
En cambio, los humanos, al no tener pelaje como ellos, no compartimos exactamente esta respuesta. Sin embargo, experimentamos una sensación similar cuando sentimos algo sobre la piel, como una brisa o un ligero roce en el cuello que nos hace movernos involuntariamente.
El estudio también reveló una conexión entre estas sacudidas y las cosquillas. Los investigadores observaron que los ratones mostraban conductas similares al rascado cuando se activaban sus C-LTMR.
Así, sugiere una relación entre esta respuesta y las cosquillas, esa sensación tan peculiar que, si bien nos resulta divertida, también está relacionada con reflejos de defensa.
Entonces, la próxima vez que tu perro se sacuda y te empape, ya sabes que no es por travesura. Se trata de un reflejo instintivo, complejo y profundamente enraizado en su biología.
Este hallazgo no solo nos acerca un poco más al mundo animal, sino que también nos recuerda cómo la naturaleza es mucho más intrincada y sabia de lo que a veces imaginamos.