Perú | 2022-05-27 | Staff Imagen de Golfo
Lina Medina tenía apenas cinco años cuando comenzó a desarrollar una serie de síntomas, que dieron pie a todo tipo de especulaciones.
Sus fuertes dolores estomacales y su enorme vientre abultado llevaron a sus padres a pensar que la niña podía ser víctima de una maldición, de un embrujo o simplemente un tumor.
Tiburcio, su padre, recurrió a los chamanes porque lo vecinos pensaban que había caído sobre ella la maldición de Apú, el espíritu de Los Andes, que le había insertado una serpiente en el estómago.
Tras someterlas a ancestrales rituales incas, recurrieron a los chamanes que, lejos de ofrecerles respuestas, les recomendaron que fueran a Pisco, la ciudad más cercana a su Antachancha natal.
El primer diagnóstico era que tenía un enorme tumor pero el médico que la examinó, decidió derivar el caso a Lima para que fuera tratada por un especialista.
A su llegada a la capital, los médicos dieron con el inesperado diagnóstico: Lina estaba embarazada de siete meses. Los médicos dijeron que quedó encinta debido a una condición llamada pubertad precoz.
Un mes después, la niña se convirtió en la madre más joven de la historia al dar a luz a Gerardo, un bebé perfectamente sano que tuvo que nacer por cesárea porque las caderas de la niña no tenían el tamaño suficiente para permitir un parto natural.
Lina nació en Antachancha, en la región Huancavelica de Perú, el 27 de septiembre de 1933. La madre indicó que a los 2 años y 8 meses comenzó a menstruar, pero un informe médico indicó que realmente se produjo a los ocho meses de vida. Con cuatro años, tenía los pechos totalmente desarrollados y el 14 de mayo de 1939 con 5 años, 7 meses y 21 días, tuvo a su hijo. El caso, todavía sin explicación, saltó a las portadas de todos los periódicos suramericanos y Lina comenzó a ser considerada como una especie de Virgen María al haber concebido a un varón estando libre del pecado original.
Pero ¿cómo pudo quedarse embarazada?
El caso provocó una gran conmoción en todo el mundo. El diario angelino publicaría dos años después una entrevista con la única psicóloga que pudo trabajar en el caso, en la que explicaba que la niña tenía una inteligencia superior a su edad y que el bebé tenía un desarrollo mayor que los niños de su entorno.
Y como ocurre siempre en estos casos, los investigadores buscaron en el círculo más cercano de la niña para encontrar a un responsable.
Su padre fue encarcelado acusado de violación, pero la falta de pruebas provocó su liberación en cuestión de días.
Los avances científicos de la época no permitían todavía determinar si Tiburcio era el padre de Gerardo.
Al quedar descartado, las miras fueron puestas en uno de sus hermanos, con discapacidad intelectual, pero tampoco se pudo concluir nada y el caso acabó archivado y sin resolver.
/Mt