| 2024-09-23
Hay casos que capturan la atención de la gente por su ausencia de resolución y otros por los temas pendientes que dejan este último punto es lo que rodea la tragedia de Kenneka Jenkis una joven de 19 años que perdió la vida de una forma inusual.
Los hechos se dieron en el mes de septiembre de 2017, Kenneka Jenkins salió de su casa para ir a una fiesta que habían organizado sus amigos en un hotel, ubicado en Illinois, Estados Unidos, ella era la festejada ya que estaban celebrando una oportunidad de su vida laboral que se abrió.
Kenneka compartió videos en sus redes sociales, festejando como cualquier adolescente, pero de repente ella salió del hotel del que estaba, alegando que iba a revisar algo afuera, que volvía enseguida, pero nunca regresó.
Con el paso de los minutos y las horas sus amigos se pusieron nerviosos, ella no aparecía, tras salir de la habitación 926 en el noveno piso del hotel Crowne Plaza en Rosemont.
A la 1:30 am, Jenkins llamó a su hermana, Leonore Harris, y tuvieron una conversación breve. Posteriormente, Harris declaró que no había notado nada raro en su voz y que la situación le había parecido normal.
Una hora y media más tarde, Terease Martin, la mamá, recibió una llamada de los amigos de Kenneka, que le dijeron que no podían encontrar a su hija por ninguna parte, aunque aún tenían su celular.Ella fue al hotel para ayudar en la búsqueda y les pidió a los gerentes que revisaran las cámaras de seguridad para tener alguna pista de dónde podría estar la joven. El establecimiento se negó, ya que debía tener hecha la denuncia de desaparición de persona para poder acceder a las imágenes.
Se comunicó con Departamento de Seguridad Pública de Rosemont para denunciar el hecho de que su hija estaba desaparecida, pero los efectivos le dijeron que todavía no había pasado un tiempo significativo como para considerar que la chica estuviera corriendo algún peligro.
El sábado al mediodía, la hermana mayor de Kenneka presentó la denuncia formal de la desaparición de la joven de 19 años y recién una hora después la Policía llegó al hotel con una orden de allanamiento. Los agentes junto a la familia de Jenkins recorrieron habitación por habitación en busca de cualquier rastro de la adolescente, pero no encontraron nada. Fue después de que la gerencia del Crowne Plaza ofreciera a disposición los videos de las cámaras de seguridad, cuando empezaron a reconstruir los hechos.
Kenneka caminaba sola tambaleándose a través de los pasillos del hotel. Se la veía desorientada, parecía alcoholizada, tuvo que sostenerse de las paredes o las escaleras para no caerse.
Sin alguna razón que lo justifique ella caminó por una cocina abandonada se dirige a una esquina de la habitación. Después de avanzar un poco más, se perdió su rastro, ya que las cámaras no llegaban hasta el lugar a donde había ido la joven.
Los empleados del hotel fuero hasta ese punto, confirmando que Kenneka estaba dentro del congelador, un día después de su desaparición, ella estaba muerta, perdió la vida sola y congelada.
La duda clave fue por qué Kenneka Jenkis había decidido entrar en esa cocina ya que, en ese momento, las luces estaban apagadas y no le estaban dando ningún uso, la mujer comenzó a cuestionar la investigación de la Policía y acusó a las autoridades de no actuar a tiempo.
El 6 de octubre de 2017, se dieron a conocer los resultados de la autopsia, la causa de muerte: hipotermia y "exposición al frío en un freezer".
El examen toxicológico demostró que la chica no había sido drogada, aunque sí se encontró que tenía un nivel alto de alcohol en sangre y tenía restos de topiramato, un medicamento utilizado para tratar las migrañas, los investigadores explicaron que la combinación con alcohol podía provocar mareos, deterioro de la memoria, mala concentración y confusión. Sin embargo, la mamá de la chica confirmó que ella nunca tuvo recetado ese fármaco.
La Policía concluyó que la muerte de Kenneka había sido un terrible accidente. Pese a ello, la familia nunca creyó esta versión e inició una demanda contra el hotel Crowne Plaza y la empresa de seguridad que estaba a cargo el día del hecho por negligencia.
Seis años después de la tragedia, a fines de 2023, la madre de Jenkins recibió un total de 10 millones de dólares en un acuerdo entre las partes.