| 2024-12-05
La Navidad se aproxima, y con ella surge la tradición de adornar los hogares mexicanos con el icónico árbol de Navidad, y aunque se trata de un acto internacional, pero que poco a poco se ha ido inculcando de generación en generación.
Las fechas para colocar y desmontar el árbol de Navidad pueden diferir según las costumbres y creencias de cada familia, por ello, en México existen diferentes tipos de árboles de Navidad más populares son el vikingo, el oyamel, el cedro blanco y el ciprés, estas especies provienen de plantaciones comerciales en estados como el Estado de México, Ciudad de México, Guanajuato, Veracruz, Michoacán y Puebla.
Estos árboles de Navidad pueden durar entre 5 y 10 años para que crezcan, por lo que en México se cultivan más de 810 mil árboles en viveros especializados.
La tradición de poner y quitar el árbol de Navidad varía según las creencias y costumbres de cada hogar, aunque generalmente está vinculada a fechas religiosas.
Según la tradición católica, el árbol debe colocarse cuatro domingos antes del 24 de diciembre, coincidiendo con el inicio del Adviento. Sin embargo, muchas familias prefieren montarlo a principios de diciembre o incluso a finales de noviembre, cuando comienzan las decoraciones navideñas en las ciudades.
En cuanto a cuándo retirarlo, la práctica más común es hacerlo el 7 de enero, un día después del Día de Reyes. Sin embargo, algunas personas optan por dejarlo hasta el 2 de febrero, Día de la Candelaria, que marca el cierre del ciclo litúrgico navideño.
El árbol navideño es una de las tradiciones más emblemáticas de las festividades decembrinas en todo el mundo. Aunque su origen exacto no está del todo claro, hay teorías que sugieren que proviene de las celebraciones celtas, quienes decoraban árboles como parte de rituales religiosos en honor a sus dioses.
En México, la tradición del árbol navideño llegó con los emperadores Maximiliano y Carlota en 1864. Durante las celebraciones navideñas en el Castillo de Chapultepec, decoraron un árbol para crear un ambiente europeo, lo que inspiró a las clases altas de la época. Sin embargo, esta costumbre cayó en desuso durante varios años hasta que, en 1878, el general Miguel Negrete la popularizó nuevamente, convirtiéndose en un elemento esencial de las celebraciones decembrinas en el país.
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