Brasil | 2025-06-05
En Brasil, la historia de Ana Neves, estudiante de preparatoria, ha despertado preocupación pública y encendido alertas por la crudeza del acto que le cobró su vida y cómo menores pueden acceder materiales tan peligros.
El hecho ocurrió a finales de mayo, cuando la joven de 17 años recibió en casa un paquete sin remitente. Dentro, un pastel y tarjetas con frases afectuosas. Ana, en presencia de sus familiares, probó el obsequio. Poco imaginaba el desenlace.
Horas después, empezó a presentar malestares. Fue llevada a un hospital, donde no detectaron signos de infección ni motivo claro para internarla. Le dieron de alta. Ya en casa, su estado empeoró. Regresó a urgencias. Esta vez, no sobrevivió.
El deceso ocurrió el 1 de junio. La causa, según confirmó la autopsia forense, fue envenenamiento por arsénico. Ante este hallazgo, las autoridades locales iniciaron una investigación.
El dato que cambió el rumbo fue proporcionado por el repartidor que entregó el pastel. A partir de su testimonio, los agentes identificaron a quien lo habría enviado: una amiga cercana de Ana, quien incluso estuvo con ella en el hospital mientras era atendida.
Durante su declaración, la joven reconoció haber sido responsable del envío. Aseguró que su intención no era causar la muerte, sino "asustar". Reveló además que días antes, el 15 de mayo, habría hecho lo mismo con otra adolescente: Kamilly Da Silva. Ella también enfermó tras consumir un postre, pero sobrevivió.
Según su testimonio, el veneno fue comprado en línea. El pastel, encargado en un local identificado como Menina Trufa, fue adquirido de forma regular. La dueña del establecimiento aclaró, en un comunicado, que desconocía el uso que se daría al producto y se deslindó de los hechos.
El caso ha sido ampliamente comentado en medios y redes sociales. La pregunta más reiterada: ¿cómo una menor accedió a una sustancia de ese tipo y qué consecuencias enfrentará?