| 2025-03-26
Signal, una reconocida aplicación de mensajería enfocada en la seguridad, ha ganado gran popularidad entre periodistas gracias a sus avanzadas medidas de privacidad.
Sin embargo, el lunes, Jeffrey Goldberg, editor en jefe de The Atlantic, reveló que fue añadido accidentalmente a un grupo de chat donde miembros del gabinete del presidente estadounidense Donald Trump discutían ataques militares en Yemen. Este hecho ha generado inquietudes sobre la seguridad nacional.
A diferencia de otras plataformas como WhatsApp e Instagram, controladas por Meta, o iMessage, desarrollado por Apple, Signal es administrada por una fundación sin fines de lucro llamada Signal Technology Foundation. La aplicación no incluye anuncios ni rastreadores y permite que los usuarios configuren un tiempo de autodestrucción para sus mensajes, que puede ir desde 30 segundos hasta cuatro semanas.
"Los mensajes de Signal están protegidos durante su transmisión entre dispositivos, pero una vez que llegan a su destino, la seguridad depende del entorno en el que se encuentren", explicó Matthew Mittelsteadt, especialista en políticas tecnológicas del Instituto Cato.
Aunque ofrece una gran cantidad de ventajas en materia de privacidad, no fue creada para compartir información gubernamental o militar confidencial. Además del cifrado, la seguridad de la aplicación también depende de factores externos, como la integridad de los dispositivos donde se usa y la identidad de las personas con las que el usuario interactúa.
El funcionamiento de Signal es similar al de otras aplicaciones de mensajería: permite el envío de mensajes privados, la creación de chats grupales, la realización de llamadas y la publicación de historias temporales, al estilo de Instagram y Snapchat. Sin embargo, lo que la diferencia es su fuerte compromiso con la privacidad.
Todas las comunicaciones en Signal, incluyendo los perfiles de usuario y las historias compartidas, están protegidas con cifrado de extremo a extremo de manera predeterminada. Esto significa que únicamente el emisor y el receptor pueden acceder a los mensajes, mientras que Signal no tiene la capacidad de ver nombres de usuario, fotos de perfil, llamadas o conversaciones, según lo indicado en su política de privacidad.
"El historial de chats se almacena en el dispositivo del usuario en lugar de en los servidores de Signal", explicó Eva Galperin, directora de ciberseguridad de la Electronic Frontier Foundation. Según ella, si un tribunal solicitara datos a la empresa, esta "tendría prácticamente nada" que proporcionar debido a su política de retención mínima de información.
Otro elemento de seguridad que ofrece la plataforma es un "número de seguridad", un código único para cada usuario que sirve para confirmar que los mensajes están llegando al destinatario correcto. Aunque otras aplicaciones también han incorporado cifrado de extremo a extremo, muchas aún recopilan información adicional, como listas de contactos sin cifrar.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quitó peso al episodio en el que un periodista fue incluido por error a un chat donde su Gabinete compartió información sobre los preparativos de un ataque militar en Yemen, y apoyó a su asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, que fue quien creó el grupo.
"Es un muy buen hombre y seguirá haciendo un buen trabajo", dijo ante la prensa Trump sobre Waltz, al que consideró que se ha atacado de manera "muy injusta" y cuyo puesto no parece peligrar de momento.
Trump calificó lo sucedido como un "fallo", el "único" en los dos meses que lleva de nuevo la Casa Blanca, y consideró que "lo importante fue que no pasó nada", argumentando que los bombardeos contra los rebeldes hutíes del Yemen fue un "éxito".
El artículo publicado el lunes por Jeffrey Goldberg, director editorial de la revista The Altantic, al que Waltz metió accidentalmente en la sala de chat de la aplicación Signal, fue el tema del día en Washington y los medios preguntaron con insistencia a Trump por un episodio que ha puesto en entredicho la seguridad con la que el actual Gobierno maneja información sensible.
En la pieza, Goldberg detalla paso por paso –sin desvelar información que considera confidencial o que puede afectar tareas de espionaje e inteligencia– los cuatro días en los que pudo leer el debate entre altos funcionarios del Gobierno sobre un ataque ejecutado el fin de semana y que según los hutíes causó 53 muertos y 98 heridos.