| 2025-03-11
La Organización de Estados Americanos confirmó este lunes que Albert Ramdin, actual canciller de Surinam, fue designado como el nuevo secretario general del organismo. Ramdin asumirá el cargo el próximo 25 de mayo, reemplazando al uruguayo Luis Almagro, y permanecerá al frente de la OEA hasta el año 2030. Con su nombramiento, se convierte en el primer representante caribeño en ocupar esta posición desde la fundación del organismo en 1948.
La elección de Ramdin se llevó a cabo durante una sesión extraordinaria del Consejo Permanente en Washington, donde los países miembros decidieron nombrarlo "por aclamación", debido al respaldo generalizado que obtuvo. Aunque para ser elegido se requería un mínimo de 18 votos, la aceptación fue unánime, lo que hizo innecesaria una votación formal. A través de un mensaje publicado en X, la OEA confirmó la designación y destacó la amplia trayectoria diplomática del nuevo secretario general.
Ramdin destacó que es la primera vez en la historia de la OEA que se elige un secretario general originario de un país del Caribe. "Lo que ha sucedido hoy aquí es un momento único e histórico, un testamento de la unidad y la colaboración de las distintas subregiones del hemisferio", dijo.
El canciller surinamés fue uno de los principales favoritos para ocupar el cargo debido a su vasta experiencia en asuntos diplomáticos. Entre 2005 y 2015, durante la administración del chileno José Miguel Insulza, se desempeñó como secretario adjunto de la OEA, lo que le permitió conocer a fondo el funcionamiento del organismo. Ahora, tras varios años de trayectoria internacional, regresa para dirigir la entidad en medio de un complejo escenario geopolítico regional.
La candidatura de Ramdin recibió un fuerte respaldo internacional desde el inicio. El pasado 4 de marzo, los gobiernos de Brasil, Bolivia, Chile, Colombia y Uruguay emitieron un comunicado conjunto a través de la Cancillería brasileña en el que manifestaban su apoyo al diplomático surinamés. Argumentaron que su elección representaba una "oportunidad histórica" para promover la unidad de la región y revitalizar la gestión de la OEA. Posteriormente, México, Costa Rica, Ecuador y República Dominicana se sumaron al respaldo.
Inicialmente, la contienda por la secretaría general también incluía al canciller de Paraguay, Rubén Ramírez Lezcano, como otro de los aspirantes al cargo. Sin embargo, el gobierno paraguayo encabezado por Santiago Peña retiró la candidatura días antes de la votación, luego de que varios países sudamericanos unificaran su respaldo a favor de Ramdin, dejando así el camino libre para su designación.
El nombramiento de Ramdin ha generado opiniones divididas respecto al papel que desempeñó la OEA en los últimos años. La canciller de Brasil, Maria Laura da Rocha, fue particularmente crítica con la gestión de Almagro, asegurando que el organismo perdió legitimidad en diversas crisis regionales. Consideró que, en lugar de promover el diálogo y la mediación, se inclinó por imponer sanciones a países en conflicto, afectando así su credibilidad. Da Rocha sostuvo que el nuevo liderazgo debe retomar el enfoque diplomático.
"La OEA debería funcionar como un canal neutral para resolver tensiones internas, pero durante los últimos años ha tomado partido en conflictos, generando resultados opuestos a los que se buscaban", expresó da Rocha, haciendo referencia a la postura adoptada por Almagro en situaciones como las de Nicaragua y Venezuela.
Por otro lado, el gobierno de Estados Unidos también celebró la designación de Ramdin. Michael Kozak, alto funcionario del Departamento de Estado para asuntos de América, afirmó que tienen plena confianza en que el nuevo secretario general desempeñará un papel crucial para estabilizar la región. "Estamos seguros de que hará un trabajo excepcional al frente de la OEA", declaró Kozak.
Con 67 años y una destacada trayectoria diplomática, Ramdin enfrenta el desafío de devolver la credibilidad al organismo, promoviendo consensos y trabajando por la unidad regional. Su elección marca un cambio significativo en la dirección de la OEA y refuerza las expectativas sobre una gestión más equilibrada, basada en el diálogo y la resolución de conflictos sin imposiciones políticas.