Ciudad de México | 2021-07-02 | Agencias
Hay una deuda con mujeres escritoras que produjeron una obra importante y que fueron descartadas por distintas circunstancias, en gran medida porque se decía que no eran valiosas por su condición de mujeres.
La relectura de sus obras, al mismo tiempo, permite pensar la historia de la literatura de una manera diferente, asegura la escritora michoacana Anaclara Muro, encargada del texto introductorio de la novela ‘La única’, de Guadalupe Marín.
“La relectura desde el presente nos ayuda a poner en perspectiva cuáles son los criterios que se consideran en una obra literaria y por qué, eso hace que sea literatura valiosa”, explica la poeta y ensayista, quien al comenzar con la lectura de la novela se encontró con una trama divertida, de ágil lectura, aun cuando en una mirada más profunda “hay una representación de la época y de la elite cultural muy interesante”.
Mirada
Recuperada por la Dirección de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, dentro de la colección Vindictas, la novela se sitúa en los años veinte y ofrece un retrato de algunas figuras del arte y la cultura de aquella época, a partir del particular sentido del humor que caracterizaba a la autora, pero también de una oralidad que la hace distinta a las publicaciones de su tiempo, aparecida en 1938 y poco conocida durante décadas.
En ‘La única’ se cuenta la historia de Marcela, quien vive una serie de experiencias, desde el matrimonio, el divorcio, hasta la unión libre, que fueron mal vistas no sólo por el resto de los personajes, sino también por su época.
Cuando se publicó, refiere Anaclara Muro, “hubo muy pocas personas que hablaron de la novela. José Juan Tablada hizo una reseña muy mala, pero en general no se dijo nada del libro, hubo mucho silencio”.
Alrededor de La única se cuenta que el libro fue confiscado por reflejar a un sector de la intelectualidad de su época: Lupe Marín es protagonista de la historia, aunque no lleve su nombre, así como también varios de los personajes con los que llegó a convivir, como Diego Rivera o Jorge Cuesta, lo que propició que la novela fuera condenada al olvido, en palabras de la poeta.
Anaclara Muro llama a leer a Lupe Marín desde el presente, eso sería hacerle justicia a su obra, porque leerla desde la idea que fue la esposa de Diego Rivera o de Jorge Cuesta, terminaría por ser un juicio bastante injusto, para poder ver todas estas voces femeninas que no podemos encontrar en otras voces de la literatura, “con ese uso del lenguaje que desacraliza el pensamiento de que el lenguaje tiene que ser algo refinado, culto, más cercano a temas elevados”.