Veracruz | 2024-12-23
Desde el primer contacto visual con la obra de Nahum Zenil, uno puede ubicarse en la contienda, en el escrutinio de la otra realidad, aquella no aceptada por atavismos o pena de sueños rotos, no alcanzados.
La obra de Zenil calificada de manera constante en la línea iconoclasta es y está en posiciones de rebeldía, de la histórica y ancestral lucha e ira por ser, pertenecer, descubrir: Lilith, Caín, Luzbel.
El espejo converso de sus autorretratos, nos muestran el otro manifiesto...lo tal vez no logrado, no consumado pero latente, ser otro, ser yo.
Nahum Zenil es un creador visual veracruzano, graduado en la Escuela Nacional de Maestros en 1964 y egresado de la Escuela Nacional de Pintura en 1972.
Sus controvertidas exposiciones han tenido lugar en la Galería José María Velasco, en los Museos Carrillo Gil, Museo del Chopo y el Museo de Arte Moderno en Ciudad de México y a nivel internacional en Nueva York, San Francisco y Colorado, entre otros.
Por supuesto ha estado en Veracruz en distintos espacios del Instituto Veracruzano de la Cultura y hace algunos lustros tuve la oportunidad de conocerlo en un evento organizado por Portocultura con Néstor Andrade, Daniel Noriega y la periodista Columba Vertiz y una servidora, en la desaparecida Casona, sitio de recreación plástica y musical.
La presencia silenciosa de Nahum nos permite hacer diversas lecturas de su conjunto visual: el pintor del permanente desacato.
Esta postura contraria y no a la circunstancia socio- cultural de nuestros días, pues los elementos de fondo de este polémico creador son las tradiciones, costumbres y liturgias de nuestro país, son preliminares a la primicia de lo oscuro, de pecado.
Luis Carlos Emerich nos cita sobre su obra: es una especie de circo bajo las dualidades luna-sol, masculino-femenino, vida-muerte, todos plasmados en escenarios trágico-cómicos.
Correcto, Nahum Zenil es el hilo, la cuerda floja en el contexto apoteósico de la fantasía-realidad de México, una semilla de lo real maravilloso.
Celebramos los éxitos del Maestro Zenil quien sigue muy activo en su trabajo plástico hoy en el Estado de México y próximamente en el Museo Tamayo.
La obra del veracruzano late y da marcha al ánimo de sobrevivir al fuego, a la hecatombe, lugar donde el mismo es demiurgo de su cielo, de su infierno, es ánima en purgatorio, extensión de la exquisita fiesta mexicana de los judas, de las máscaras, de los ex votos , poniendo su auto- imagen confabulada, apóstata, íncubo y súcubo acciones expiatoria de su conexión con el Universo.