| 2020-04-06 | Agencias
A veces, las glorias del pasado generan expectativas difícilmente alcanzables y, cuando se trata de cuarentenas, el listón está definitivamente alto.
Isaac Newton, por ejemplo, durante su aislamiento por la peste en 1665, descubrió la idea clave para la teoría de la gravedad, escribió los documentos que serían la base del cálculo y desarrolló sus teorías sobre óptica mientras jugaba con prismas en su habitación.
Pero si bien es cierto que Newton no tenía que ocuparse de cuestiones mundanas cuando la Gran Peste llegó a su puerta y se vio obligado a retirarse en la casa de la familia en Woolsthorpe, Inglaterra, donde experimentó su annus mirabilis, eso difícilmente le resta mérito.
Además, lo podemos usar de inspiración. No sólo a él sino a varios otros que, como los siguientes tres artistas, aprovecharon sus cuarentenas para desplegar sus talentos... ¡y qué talentos!
Giovanni Boccaccio
En 1348, la Peste Negra, la epidemia más devastadora de la historia europea, se extendió por todo el continente. En Florencia y sus alrededores, se estima que el 60% de la población murió.
El poeta y escritor Giovanni Boccaccio, quien sobrevivió refugiándose en la campiña toscana, escribió una obra en la que contó "cien novelas, o fábulas o parábolas o historias, como las queramos llamar" ficticiamente narradas por "siete mujeres y tres jóvenes, en los pestilentes tiempos de la pasada mortandad".
Compuesta para entretener particularmente a ‘las damas afligidas por el amor’ y en tiempos pestilentes o no, la obra además ofrece una estrategia para pasar el tiempo cuando lo demás te falle.
En la historia, los diez jóvenes deciden aislarse juntos en el campo durante dos semanas y acuerdan rutinas. En 10 días, cada uno cuenta historias, de manera que al final hay 100 relatos que, con las introducciones y comentarios del autor, comprenden "El Decamerón", un producto genial de la cuarentena de un genio.
William Shakespeare
La vida de Shakespeare estuvo marcada por la peste. Londres, la ciudad a la que Shakespeare se mudó de la década de 1580, fue arrasada repetidamente por brotes de pestilencia, y las normas dictaban que cuando las muertes llegaran a 30 por semana, las funciones de teatro cesaban.
El brote de 1603 fue el más grave en Inglaterra desde la Peste Negra del siglo XIV. A Shakespeare, quien para entonces ya era un actor profesional, dramaturgo y accionista de una empresa teatral, como a todos sus colegas, le quedaba poca opción más que salir de gira para recorrer las provincias, tratando de llegar antes que la plaga a lugares donde se pudieran presentar. O escribir.
Pero la cuarentena por el brote de 1606 fue especialmente memorable, pues dice la leyenda que creó nada menos que tres de sus tragedias cumbre: “El rey Lear”, “Antonio y Cleopatra” y “Macbeth”.
Schiele
Al final de la Primera Guerra Mundial, un nuevo horror empezó a arrasar, un virus aterrador que mataría a entre 50 y 100 millones de personas: la pandemia de gripe de 1918, también conocida como la gripe española.
En Viena, Austria, un acongojado artista llamado Egon Schiele pintó a una de esas víctimas, en su lecho de muerte: su ídolo, mentor y amigo Gustav Klimt, el pintor simbolista y líder del movimiento modernista de la secesión vienesa.
Ese mismo año, por la pandemia, Schiele perdió también a su esposa Edith, que estaba embarazada de su primer hijo. Aunque desesperadamente enfermo y afligido, Schiele trabajó en una pintura que representaba a una familia que nunca llegaría a existir: la suya.
Su obra "La familia", que no pudo terminar pues murió a los 28 años pocos días después de su esposa, es considerada por muchos como un conmovedor testimonio de la crueldad de la enfermedad.
Edvard Munch
Conocido por su icónica obra “El grito”, el noruego Edvard Munch contrajo la enfermedad a principios de 1919. Tan pronto como se sintió físicamente capaz, tomó sus pinceles y pinturas y comenzó a capturar su estado físico. Su "Autorretrato con gripe española" lo muestra con la cara demacrada sentado frente a su cama de enfermo sin hacer.
Más tarde ese año pintó una secuela, "Autorretrato después de la gripe española", en la que, atormentado y ojeroso, se asoma desde el cuadro como mostrando lo que es ser víctima del virus asesino. Afortunadamente Munch no fue una de las víctimas mortales de la virulenta gripe española: sobrevivió y continuó creando grandes obras de arte.
A su muerte en 1944, a la edad de 80 años, las autoridades descubrieron en su casa una colección de más de 1.000 pinturas y poco menos de 4.500 dibujos y 15.400 grabados, entre otras cosas.