Veracruz | 2023-09-16
Si alguna persona gustaba de trabajar en el calor sofocado de brisa marina, esa fue Maricela Lara. Descubrir un libreto y adaptarlo al corazón y alma de Veracruz, fue su adalid y su sueño.
La directora teatral no encontraba reparos para realizar proyectos y puestas en escenas relacionados con la idiosincrasia veracruzana, pero sobre todo la de nuestra ciudad, disfrutaba hartamente lo jarocho, se regocijaba con la música de Agustín Lara y con todo aquello cuya cadencia se empalmaba con los ritmos y fiestas locales, como el danzón.
Tuve la oportunidad de conocer a Maricela en el IVEC, cuando realizó el Taller de Teatro con jóvenes aprendices de teatro y cuyo gran logro fue La Mulata de Córdoba. De inmediato simpatizamos, su sonrisa era parte de su vitalidad, así como su fuerte temperamento.
Amiga de Ida Rodríguez Prampolini, Laura Bravo, Loló Navarro, hizo de su estancia en el Instituto, un mérito loable.
Formada en México, esta mujer de apariencia frágil y voz firme, con figuras como Seki Sano, considerado uno de los padres del Teatro Mexicano, Pepe Soler entre otros, le dan la experiencia de fundar compañías teatrales, no solo en Veracruz, sino en Michoacán y Coahuila.
Maricela dirigió también a figuras importantes del ámbito artístico en México: Irma Serrano, (la dirigió en Nana, en el célebre Fru-Fru) Angélica Aragón, Roberto Damico, Juan Ignacio Arana, quienes la distinguieron con su amistad y del mismo modo Miguel e Irene Sabido, Ignacio López Tarzo, José Luis Cuevas, quien le invita trabajar en su Museo, y en el cual consiguió consolidad su trayectoria.
¿Por qué escribir sobre Maricela Lara? Acaso, nuestra ciudad ignora esto, no lo creo. Es de mi parte un tributo-recuerdo a los días de convivencia y didáctica dramática vividas al lado de esta mujer, con personalidad de quimera iconoclasta. Conservo el grato sabor de sus anécdotas, sus reprimendas cuando hacíamos mal lecturas en intervenciones en escena.
Maricela fue un oasis en mi vida, me permitió ingresar en un mundo fascinante, donde la voz, tiene un eco único, trasmitir emociones.
Primero compartiendo charlas y debates sobre Agustín Lara y después disfruté estar a su lado en dos puestas: Velada de Amor y la Boda Jarocha, se quedó en el tintero La China Poblana, obra relacionada con un personaje mítico en la historia nacional, pero ella como decía con malicia Maricela ni fue china, ni poblana.
Hoy el telón esta abajo, la fortaleza y vibra de esta mujer queda en la memoria, su andar terminó en su amado mar, como Alfonsina y en ese, repitamos la escena, necesito fuerza en su proyección, en su trabajo…
Maricela Lara un faro de trópico, un despertar continuo de guiones tendientes a reivindicar la virtud de luces, tramoya, escenografías vestidas de emoción bajo cálidos aplausos.