| 2024-06-05
( para Jeanette Tiburcio)
El cansancio vencía los límites del cuerpo. El arduo sol de la mañana y su punto alto durante el mediodía, acabó por menguar las pocas fuerzas de la mujer, con el pequeño entre sus brazos. A pesar de cubrirlo, el extremo calor había hecho daño a su carita, y en ella, el menoscabo era mayor.
Poca agua y menos comida para ingerir, contribuían de manera cruel para deteriorar el físico de ambos y de la mayoría de los caminantes, todos ellos compañeros de la travesía. En momentos claros llegaba a pensar en la tierra oriunda como un lugar perdido y en la tierra prometida como casi en un imposible, y con ello se agolpaban en su mente algunos pasajes bíblicos, las palabras del párroco de su iglesia, retumbaban como mosquitos lacerantes en sus oídos: Dios no abandona... todos somos sus hijos...
Entonces en la vigilia, musitaba: Y ¿la circunstancia vivida y la causante de su éxodo también eran designios divinos? solo se turbaba...mientras el calzado casi roto, la lastimaba y permitía la entrada del polvo del desierto y hierba seca....no sabía...ya no sabía nada...todo era borroso, como la capa transparente y trémula producto de la insolación.
Cándida apenas podía avanzar, guardaba sus pocas provisiones para su hijo, pero al aflojar el paso, poco a poco fue alejándose del grupo, así como de los pocos sobrevivientes de una gran caravana...aquella cuya travesía había comenzado con un lema de PAZ, sustentante de inmigrantes cuya esperanza, había sido esta para conseguir un exilio conciliatorio de sus países.... Paz....acaso en su pesadumbre se entendía esta corta palabra y sus abuelos, padres, hermanos y parejas, el pasado, si lo sabrían....
Extenuada, exangüe, sintió un golpe de calor, cual hacha en su cabeza, aniquilante de su débil cuerpo. No supo cuando alcanzó a mirar por vez última al bultito pegado a su regazo, también inmóvil... con la boca muy seca, expiró...en la lontananza se veía un vehículo blanco...en un sucio logotipo se leía....Brigada por la Solidaridad, por la paz...