Quetzalcóatl; El mítico sacerdote blanco y su escape en Coatza

En el año 999, en el Siglo X, según cronologías históricas, Ce Ácatl Topiltzin habría escapado de sus enemigos perdiéndose en el Golfo de México

Coatzacoalcos | 2022-05-24 | Staff

Existe una leyenda que dice que cuando “La Serpiente Emplumada” vivía un periodo de total apogeo, fue engañado por tres dioses envidiosos que anhelaban que volvieran los sacrificios humanos entre los toltecas. Ellos eran Tezcatlipoca, Huitzilopochtil y Xipe Tótec, quienes con base en engaños hicieron que Quetzalcóatl se embriagara con pulque y más tarde tuviera relaciones sexuales con su hermana.

También se afirma que Quetzalcóatl tuvo que salir de Tula a causa de Tezcatlipoca, porque este último, viendo que Quetzalcóatl había eliminado los sacrificios humanos, decidió con otros dioses (Ihuimécatl y Toltécatl) expulsarlo de Tula. Para lograrlo, embriagaron a Quetzalcóatl para que se olvidara cumplir sus obligaciones religiosas.

Avergonzado por su falta, el gran hombre-dios prefirió echar rumbo hacia el Oriente, embarcándose hacia el mar y desapareciendo para siempre, no sin antes prometiendo que regresaría algún día.

Es en este punto donde la leyenda de Quetzalcóatl, el dios viviente, se mezcla con el origen de Coatzacoalcos, cuyo nombre ya se usaba en el siglo XVI por los antiguos pueblos originarios.

Según apuntes cronológicos, el sacerdote tolteca Ce Ácatl Topiltzin habría llegado al señorío de Coatzacoalcos huyendo de sus enemigos, y subiendo a una barca formada por serpientes como parte del relato místico, se habría perdido en las costas del Golfo de México, esto posiblemente en el Siglo X hacía el 947 después de Cristo, cuando Europa vivía el oscurantismo de la Edad Media y el Islam se extendía por Oriente Medio.

LA REPARTICIÓN

ENTRE LOS HIJOS

Para conocer la historia de Quetzalcóatl, la leyenda azteca de la serpiente emplumada, es necesario ir más atrás en los mitos más antiguos de los olmecas, civilización primigenia que se desarrolló desde el año 3000 a.C. con decadencia en el 400 a. C.

Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl estaban casados y crearon una parte del mundo. Dejaron que la otra mitad fuera obra de dos de sus cuatro hijos: Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. Confiaban en que la sabiduría del primero, más el carácter agresivo del segundo sabrían dar forma a un mundo perfecto donde los elementos convivieran en perfecto equilibrio. Los dos hermanos, competitivos por naturaleza y de silenciosa rivalidad, fueron los responsables de la creación y destrucción de cuatro eras o soles en este mundo, según la cosmovisión de los aztecas. Actualmente vivimos la era del Quinto Sol.

ORIGEN OLMECA

Sus orígenes se remontan a la civilización olmeca, una de las más antiguas del México anterior a la Conquista, donde fue representado en una piedra tallada con la figura de una serpiente y un hombre a sus pies en actitud sumisa o adoratoria.

Es aquí cuando el cruce entre hombre y dios se lleva a cabo por primera vez en la historia: descrito como un hombre de tez clara, barba, cabellos rubios y un dominio de prácticas como la agricultura, la orfebrería, la navegación y la observación de estrellas, Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl llegó al pueblo tolteca para compartir su conocimiento (el Toltecayótl) con los habitantes de Tollan (Tula), la ciudad más importante de esta civilización, de donde se hizo su gobernante.

Según el imaginario popular sin bases científicas sólidas, Quetzalcóatl habría sido un apóstol del mesías judeo-cristiano Jesús, o un explorador vikingo extraviado, pero solo son mitos que se han ido reforzando a lo largo del tiempo.

Así se ganó el respeto como un ser de inconmensurable poder y sabiduría y se opuso a los sacrificios humanos. Entre los toltecas, ‘La Serpiente Emplumada’ fue erigida a un papel de dios de la naturaleza y la vegetación, muy próximo a Tláloc, el dios de la lluvia.

El culto a “La Serpiente Emplumada” se hizo cada vez más grande, llegando hasta el sureste del país y Centroamérica donde recibió el nombre de Kukulkán para los mayas o Gucumatz para los quiché de Guatemala. Diversas pirámides de esta y otras civilizaciones muestran adornos con cabezas de serpientes emplumadas en honor a Quetzalcóatl.

EL ERROR DE MOCTEZUMA

El culto a este ser se extendió también hasta el poderoso imperio azteca donde se le dieron otras atribuciones, asociándolo con el planeta Venus, el lucero del amanecer.

Es bien conocido el desenlace del mito sobre el regreso y venganza de Quetzalcóatl, cumpliéndose falsamente la profecía un 8 de noviembre de 1519, cuando el conquistador Hernán Cortés hizo su arribo a la Gran Tenochtitlán dando inicio al sometimiento de los mexicas, aliado el extremeño con una coalición de pueblos indígenas que anhelaban su libertad y saciar su sed de venganza acabando con los odiados aztecas.

Aquel día pactado por el destino, el tlatoani Moctezuma, quien a pesar de las advertencias de sus allegados, estaba convencido de que los visitantes eran enviados del dios Quetzalcóatl (si no es que Cortés era la mismísima Serpiente Emplumada); se entrevistó con Hernán Cortés, tornándose en un espléndido anfitrión que llenó de regalos a sus invitados, como el Tocado del Dios Quetzalcóatl (Penacho de Moctezuma), el cual fue enviado junto con otros presentes a la Corte Imperial Española, y hoy en día se encuentra en poder del Museo de Etnología de Viena, en Austria.

 

LA FORMA MÍTICA DE LA

SERPIENTE EMPLUMADA

La forma mítica del gran Quetzalcóatl es el de una imponente serpiente con plumas en su cuerpo, por ello es conocido como ‘La Serpiente Emplumada’ (su nombre proviene de los vocablos nahuas ‘quetzal’, el ave de pluma color esmeralda, y ‘cóatl’, que significa serpiente), una representación de las dos condiciones naturales de todos los seres humanos: por un lado, lo terrenal simbolizado con el cuerpo de serpiente y, por otro, el carácter espiritual del ave representado con las plumas.

 

LA VERSIÓN MUNDANA

DE CE ÁCATL TOPILTZIN

Ningún otro personaje como Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl ha quedado tan marcado en la historia de las civilizaciones prehispánicas. Este rey tolteca hijo de un caudillo chichimeca llamado Mixcoatl y de una mujer llamada Chímalma según cuentan los Anales de Cuautitlán, nació según datos de algunos investigadores en el año 947 D.C. en Michatlahco lugar que es asociado hoy día con el pueblo de Amatlán de Quetzalcóatl localizado en Tepoztlán, Morelos.

Según dicen los códices mesoamericanos, se formó como estadista en Tulantzinco y reinó en Tula hasta que fue expulsado en el 978. Radica en T'ho, Yucatán, hasta el 987, luego en Choula hasta su muerte en un sitio cercano a Coatzacoalcos. Tenía nombre náhuatl, lo pintan con cara de náhuatl, sus padres y abuelos eran nahuas. Cuenta la leyenda que después de exiliarse de su pueblo llega a la zona maya donde recibe el nombre de Kukulcan, posteriormente hizo a la mar con rumbo al oriente prometiendo volver algún día.

 

El dios Quetzalcóatl en los textos indígenas

Eran cuidadosos de las cosas de dios;

sólo un dios tenían;

lo tenían por único dios;

lo invocaban,

le hacían súplicas;

su nombre era Quetzalcóatl.

Y eran tan respetuosos de las cosas de dios,

que todo lo que les decía el sacerdote Quetzalcóatl

lo cumplían, no lo deformaban.

Él les decía, les inculcaba:

­ Ese dios único,

Quetzalcóatl es su nombre.

Nada exige,

sino serpientes, sino mariposas,

que vosotros debéis ofrecerle,

que vosotros debéis sacrificarle.

(Códice matritense de la Academia de la Historia, fol. 176 r.)

 

Se dice que cuando vivió allí Quetzalcóatl,

muchas veces los hechiceros quisieron engañarlo,

para que hiciera sacrificios humanos,

para que sacrificara hombres.

Pero él nunca quiso, porque quería mucho a su pueblo,

que eran los toltecas…

Y se dice, se refiere,

que esto enojó a los magos;

así éstos empezaron a escarnecerlo,

a burlarse de él.

Decían los magos y hechiceros,

que querían afligir a Quetzalcóatl,

para que éste al fin se fuera,

como en verdad sucedió.

En el año 1-Caña murió Quetzalcóatl:

se dice en verdad

que se fue a morir allá,

a la Tierra del color negro y rojo.

(Anales de Cuauhtitlán, fol. 5)

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