Orizaba | 2020-07-18 | Nora Gabriela Lira
La violencia e inseguridad han alcanzado en el país niveles nunca antes visto, convirtiéndose en una peste mortal que no proviene de la naturaleza, sino del corazón herido por el pecado, señalaron los obispos de México a través de un mensaje difundido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
“El año 2020 va a dejar una huella en la historia del mundo y de México por la pandemia del COVID-19, que ha afectado a millones de personas. Dicha pandemia, nos ha hecho experimentar nuestra fragilidad ante la enfermedad, ha traído el dolor a innumerables hogares y ha conducido a la muerte a miles de personas. También, ha afectado gravemente la economía global, y esto repercute, de forma tangible, en las familias que sufren por la pérdida de sus empleos y de sus ingresos”, expresaron los obispos.
Mencionaron que ante este panorama se genera incertidumbre, pues el hambre está afectando a muchos mexicanos que luchan por sobrevivir.
Sin embargo, dijeron, aunado a ello, hay “otra peste mortal: la violencia y la inseguridad, que han alcanzado niveles nunca antes vistos”.
Destacaron que los actos de violencia son cada vez más numerosos y cruentos, mientras que “hay una glorificación cultural y mediática de la agresión y el crimen que seduce a los jóvenes y los arrastra a sus redes”.
Señalaron que esos son solo algunos de los signos de descomposición que hay hoy en día y ante los cual los obispos consideran que la iglesia necesita sentarse a los pies de la Virgen Madre para alentar la esperanza de ser un solo pueblo.
Reiteraron, asimismo, el compromiso a favor de la vida y la dignidad humana y exhortaron a los líderes sociales, medios de comunicación, responsables de la educación pública y privada y sobre todo a los dirigentes del gobierno para que tomen un papel importante y ayuden a sustituir la incultura de la muerte.