Xalapa | 2022-06-19
El lodo seco aún puede verse entre las láminas que alguna vez fueron la casa de Adán Moreno. Todo luce exactamente igual que ese 21 de agosto de 2021, cuando un alud de tierra sepultó y mató a toda su familia.
Ha pasado casi un año y el horror de aquel día todavía se respira en la calle Brisas de Sedeño de la colonia Loma Bonita, donde pareciera que el tiempo se ha detenido.
Lo único que altera la escena de aquel deslave son las seis cruces que ahora ocupan el centro del terreno y que reafirman la ausencia de los pequeños Cristopher, Kevin Enrique, Alexa, Jair, María Fernanda y de su madre Dora Isabel.
REVIVE EL TERROR
La familia de Adán, que aún se encuentra en la zona de riesgo, sabe que ya se acercan las lluvias fuertes. Y aunque reconoció que el cerro no se deslavó por sí solo, sí existe el temor de que la tragedia se repita.
“Estaban haciendo un terraplén en el terreno de arriba y toda esa tierra la fueron aventando para acá… se fue amontonando y esa fue la que se vino al cuartito de mi hermano”, relató una de las hermanas de Adán, quien prefirió omitir su nombre.
Ella y todos los habitantes de la zona recuerdan ese sábado 21 de agosto como si hubiera sido ayer.
Eran las 07:30 de la mañana y Adán se preparaba para ir a trabajar. Su esposa e hijos aún dormían, cuando de repente un ruido lo puso en alerta e inmediatamente salió para ver lo que ocurría.
Lo que vio lo dejó en shock: un alud de tierra se aproximaba rápidamente hacia él, arrasando con todo a su paso. Apenas pudo dar la vuelta para llegar a su familia, cuando el lodo los alcanzó a todos.
-¡Ayuda! ¡Ayuda!- gritaba desesperado. Su esposa y sus seis hijos habían quedado sepultados por el alud.
En segundos, los vecinos llegaron para auxiliar a la familia, pero los esfuerzos no bastaban y las esperanzas de recuperar a su familia poco a poco se fueron esfumando.
Fue hasta más tarde, cuando llegaron Protección Civil y el Ejército Mexicano, que pudieron remover la tierra y escombros y localizaron con vida al primero de sus hijos.
Pero su esposa y sus otros cinco hijos no corrieron con la misma suerte y, uno a uno, fueron apareciendo los cuerpos, aumentando la tragedia.
AYUDA A MEDIAS
De acuerdo con la hermana de Adán, fue apenas el 28 de mayo pasado -ocho meses después del suceso- cuando el Ayuntamiento de Xalapa por fin reubicó las viviendas de Adán y sus padres, las cuales estaban completamente destruidas.
Las nuevas casas se encuentran ubicadas en El Tronconal, pero ninguna de ellas cuenta con los servicios básicos.
“Ahorita anda mi mamá batallando porque no tienen drenaje, no tienen agua, no tienen luz… ya tienen dos semanas viviendo allá y tienen que juntar agua cuando llueve”, acusó.
A otro de sus hermanos, quien también perdió su casa durante el deslave, la administración municipal, encabezada en ese entonces por Hipólito Rodríguez Herrero, no quiso darle ningún apoyo.
LE DAN LA ESPALDA
A ella tampoco quisieron ayudarla y, pese a que la parte posterior de su casa también sufrió daños, hasta la fecha las autoridades municipales y estatales le han negado todo tipo de apoyo.
“Fui en dos ocasiones a Invivienda para solicitar apoyo para un muro de contención. Ahí me dijeron que no ayudaban para eso. Me dijo una señorita que estaba ahí que le cambiara, le puse para losa y ni eso.
“También fui a Atención Ciudadana a ver si me podían echar la mano y tampoco… hasta ahorita lo que hemos hecho ha salido de nosotros”, dijo.
Ante la negativa de las autoridades, su familia ha tenido que buscar dinero de todas las formas posibles y comenzar con la construcción de un muro, para poder contener la tierra en caso de otro deslave.
“La grava está en mil 400, la arena en mil 300, compramos dos viajes de piedra en mil 700 cada uno. Aparte el cemento, la cal…
“Eso lo hemos costeado nosotros, el Gobierno no nos ha ayudado para nada. Eso que quede bien claro, porque luego se paran el cuello de que ya nos mandaron y nos ayudaron.
“Ahorita otra vez ya se vienen los aguaceros y aquí ni se han venido a asomar. También con qué cara nos van a venir a decir que no podemos estar aquí, si no tienen a dónde meternos… y a un albergue no nos vamos a ir”, apuntó.
Hasta el momento han gastado más de 7 mil pesos y la cuenta sigue creciendo; no obstante, saben que cualquier costo es menor comparado con el riesgo que pudiera representar no tener una protección.